Tepatitlán en el Tiempo

El Pipón

Por Juan Flores García

Había en nuestro Tepa un lugar llamado El Pipón que fue muy conocido. Sus dueños fueron los hermanos Martín, tres mujeres y dos hombres. Sólo una de ellas se casó y murieron todos a muy avanzada edad. El terreno abarcaba desde la primera manzana de la calle Manuel Doblado al poniente, hasta la 20 de noviembre (antes Nochistongo), lindando con el río.

Famoso lugar, tenía grandes huertas y un nacimiento permanente de veneros de agua potable. A lo largo de la calle 20 de noviembre, conocida también como callejón del Pipón, que limitaba el terreno de los Martín con el de Don Alberto Romo, donde se tenían norias para abastecer la red de aguas para el centro de la ciudad. El encargado de estos terrenos era Don Mucio Ornelas, hombre muy pobre pero muy bondadoso; cuidaba con esmero esas norias y la huerta. Ahí tenía su casa en la que vivía con su familia.

De los veneros que menciono antes, mediante unos pocitos que se llenaban con el agua que recogíamos en cántaros de barro o en botes alcoholeros, se abastecía gran parte de El Barrio Alto, como se le conocía de la Plazuela para arriba. Tarea diaria era recoger ese líquido para beber.
Mujeres, hombres, chamacas y chamacos íbamos a llenar nuestros cántaros, desde luego a la hora más apropiada que era por la mañana, de 7 a 8. Del pocito al cántaro, sacábamos el agua con un jarro o algo pequeño, con mucho cuidado para no batirla y se sacara con tierra. Había un potrero, El Llanito, que no tenía más que unos cuantos guayabos que nos servían para colgar una soga y hacer el columpio. En el temporal de aguas, se ponía ese lugar muy apropiado, por el pasto que crecía, para hacer día de campo.

Y ¿Saben que? Como estaba prohibido que entráramos a las huertas de los Martín; con todo el ingenio propio de un chamaco, nos cuidábamos del encargado de ellas, para brincar la cerca, trepábamos un árbol y a cortar fruta. Pero el guardián estaba en todos lados, salía, tomaba una piedra tiraba al mono y ¡pácatelas! Donde pegara, vas pa’ bajo y “a correr mi amigo”. En cambio, el buen señor Don Mucio Ornelas nos daba fruta, hoy sólo recordamos el querido Pipón y por eso decimos que sí fue Tepa en el tiempo.

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