Valoremos a nuestros padres

Por el padre Miguel Ángel
padremiguelangel@yahoo.com.mx


Un papá le decía a su hijo:
“Hacen ya más de 17 años, gracias a Dios y por el amor que ambos nos tenemos, llegaste a nuestras vidas. Durante casi los nueve meses enteros, Mamá se sintió mal, no podía comer, todo lo que comía lo devolvía, y hasta tuvo que guardar reposo; yo tuve que repartirme entre las tareas de mi trabajo y las de la casa para ayudarla”.

Ya no podíamos ir a todas las reuniones, no frecuentábamos tanto a los amigos; de hecho de muchos de ellos nos separamos por ti…

Llegó el día en que naciste.
Desde la primera noche no dormimos; cada tres horas, como si fueras una alarma de reloj, nos despertabas para que te diéramos de comer. Otras te sentías mal y llorabas, sin que nosotros nos sintiéramos tranquilos, pues a veces no sabíamos qué te sucedía, y hasta llorábamos contigo.

Todas las enfermedades te dieron, y nosotros tuvimos que suspender muchas de nuestras salidas. Mamá ya estaba muy bien arreglada para ir a alguna reunión (después de meses de no salir) Yo estaba a punto de pasar por ella y me llamaba, cambio de planes, el niño tiene temperatura, no podemos ir…

Empezaste a caminar, yo no sé cuando hemos tenido que estar más detrás de ti, si cuando empezaste a caminar o cuando creíste que ya sabías. Ya no podíamos sentarnos tranquilos a leer el periódico o a ver la televisión, porque para cuando nos acordábamos, te perdías de nuestra vista, y teníamos que salir tras de ti para evitar que te lastimaras…

Todavía recuerdo el primer día de clases, cuando no fuimos al trabajo, ya que tú en la puerta del colegio no querías soltarnos y entrar; llorabas y nos pedías que no nos fuéramos.
Del colegio, recibíamos muy seguido notas: no hace caso, es indisciplinado, pelea con los demás, no quiere hacer sus tareas, se la pasa en los baños, rayó la libreta de su compañerito, se lastimó un pie, se rompió una mano… y ¿además tenemos que pagar para que asistas?

Fuiste creciendo, y contigo fueron creciendo las aventuras…
La vecina un día se acercó para decirnos: su niño rompió un cristal de mi casa, con una pistola de balines…

Seguiste creciendo, querías ir muy aprisa, te urgía conocer todos los lugares de diversión de la ciudad; apenas tenías 13 años y ya querías ir a todas las fiestas de tus amigos que cumplían 15.
Cada vez sabemos menos de ti por ti mismo; sabemos más por lo que oímos a veces de los demás. Dices que nada más te regañamos, o hacemos comentarios negativos, y todo lo que hacemos está mal, ¿con tantos “supuestos” defectos, te hemos podido dar lo que hasta ahora tienes?, ¿seremos entonces tan tontos y torpes como seres humanos? Tu mamá se la pasa en vela, y de pasada no me deja dormir a mí, diciéndome que no has llegado y que ya es de madrugada; sólo me buscas cuando hay que pagar algo, o necesitas dinero para la escuela o salir o peor aún, te buscamos nosotros, cuando tenemos que llamarte la atención…

Reflexión:

De seguro algunos de estos “Muchachos” hoy ya maduros, no estarían aquí, si sólo los padres se hubieran metido inicialmente, y luego hubieran abandonado la tarea de alimentar, de educar, de cuidar, etc.

Muchos de los hijos no habrían logrado ninguna meta, a pesar de los esfuerzos de sus padres.
Si los papás no cuidaran lo que hacen, a dónde van y con quién, quizá muchos ya no estarían entre nosotros, o quizá estarían en un hospital, o presos de algún vicio.

Pero estoy seguro que ante estas palabras… NO TE METAS EN MI VIDA, podemos responder juntos.

*Hijo, yo no me meto en tu vida, tú te has metido en la mía, y te aseguro que desde el primer día, hasta el día de hoy, soy el hombre más feliz y pleno.
*Papás, gracias por meterse en la vida de sus hijos, porque gracias a ello, ahora podemos verlos realizados, en una etapa más de formación.
Sólo los padres que saben meterse en la vida de sus hijos, logran hacer de éstos, hombres y mujeres de bien.

Papás: ¡muchas gracias! Y para los hijos: “valoren a sus padres; si ellos no son perfectos, ustedes mucho menos, o si no; esperen un poco a que lleguen los críticos más implacables de esta vida… sus propios hijos”.

Publicar un comentario

0 Comentarios