Jesucristo no vino a convertir piedras en pan

Por el padre Miguel Ángel
padremiguelangel@yahoo.com.mx

HA LLEGADO LA CUARESMA: Los 40 días en preparación al Viernes Santo a la Pascua gloriosa de la Resurrección de Jesús. 40 días en recuerdo de los 40 que Jesús pasó ayunando y orando en el desierto. En cada uno de estos días nos pide la Iglesia una oración, un sacrificio, una obra de caridad. Será entonces la más preciosa preparación para la Pascua del Señor.
LA PASCUA EXIGE PREPARARSE: y la mejor preparación será tratar de convertirnos. Para este tiempo la Santa Iglesia recomienda la lectura diaria de una página del Evangelio, hacer visitas al Smo. Sacramento, rezar el Vía crucis, pensar en la Pasión de Jesús, pero sobre todo: vencer como Jesús, las tentaciones que el enemigo espiritual nos va a traer. Para ello nada mejor que alimentarnos con la Palabra que sale de la boca de Dios. No dejemos pasar un solo día sin leer una página del Evangelio.
En el primer domingo de la Cuaresma se nos presenta una historia muy singular muy singular en la cual sólo aparecen Jesucristo y Satanás. Es la historia de las tentaciones.
Nadie puede leer esta historia sin recordar un detalle importante: que la historia de las tentaciones la tuvo que narrar personalmente. Porque en el desierto Jesús estaba solo. La conocemos porque el mismo Jesús se la contó a sus discípulos. Aquí tenemos a Jesús narrándonos su autobiografía. Debemos acercarnos a esta historia con una reverencia particular y única, porque en ella Jesús nos está contando sus propias experiencias espirituales. Es la más sagrada quizá, de todas las historias de Jesús, y nos está diciendo a cada uno qué pruebas debió soportar nuestro Maestro, y que El está en condiciones de ayudar a todos los que sufren tentaciones, porque en su vida también las tuvo que soportar. Nos narra los conflictos que padeció en su espíritu para invitarnos a pedir su ayuda cuando los conflictos lleguen también a nuestro propio espíritu.
Y aquí se le presenta uno muy fácil y atractivo: llenar los estómagos. Persuadir a la gente a que le siguiera, dándoles pan y bienes materiales. (Afortunadamente él era buen psicólogo y conocía que el que ya arregló su situación material y no tiene preocupaciones por alimentación, casa, estudios y salud, por lo general se materializa como un ternero gordo y no vuelve pensar en el Reino de Dios, hasta que una grave necesidad lo vuelva a despertar de su materialismo).
Darles pan era curar las consecuencias de la crisis de alimentos, pero Jesús quería ante todo curar las causas: el pecado, la holgazanería, la injusticia.
Jesús sabe que una persona puede estar harta de pan y alimentos sabrosos y sin embargo sentirse vacía espiritualmente, porque hay un hambre espiritual que ninguna comida material puede llegar a satisfacer. “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que viene de la boca de Dios” (Deuteronomio 8.3). La única manera de poseer una satisfacción plena es aprender a depender totalmente de Dios.
LÁNZATE DESDE LA PARTE MÁS ALTA DEL TEMPLO: era la tentación de los falsos Mesías: dejar boquiabierto al pueblo con sus hazañas.
TODO ESTO TE LO DARÉ SI POSTRÁNDOTE ME ADORAS: Llega el demonio un poco tarde, porque ya Dios, muchos siglos antes le había prometido: “Pídeme y te daré por herencia las naciones”.
LAS TENTACIONES LLEGARON NECESARIAMENTE. A Cristo también le llegaron. El egoísmo, la lujuria, el orgullo, vanidad y deseo de aparecer, la gula en el comer y en beber, etc. Son lazos que pueden aprisionarnos y paralizarnos en el ascenso a la santidad. Las tentaciones vienen para que demostremos a Dios qué tanto es el amor que le tenemos.
HAY UN MODO MUY FÁCIL DE CAER EN LA TENTACIÓN: dejarnos llevar de la fiebre por conseguir bienestar material, o fama o dinero. Esto, según dice San Pablo, ha llevado a muchos a toda clase de desastres físicos y espirituales. Porque si se le da el primer paso a conseguir bienes materiales, satisfacción de los sentidos, deseos del orgullo y avaricia del dinero, se aparta el pensamiento de Dios, de la eternidad, y de las exigencias de la fe, y el alma perece por falta de aquel oxígeno que se llama: Vida Sobrenatural.
La tentación suele arreciar cuando nos acercamos más a Dios, porque Satanás presiente que nos pierde y que nos le independizamos. La tentación es una “prueba de Dios”, para que, más libre y más responsable y meritoriamente nos adhiramos a su Santa Voluntad y nos apartemos del mal. EN ESTA LUCHA EL HOMBRE NO ESTA DESPROVISTO DE AYUDA: la primera es la oración. Si pensáramos que Dios está con nosotros, nos sentiremos ACOMPAÑADOS POR QUIEN ES LA MISMA FORTALEZA.
Nuestras principales tentaciones son los siete pecados capitales: Orgullo, avaricia, envidia, lujuria, gula, ira y pereza.
Ojala te detengas en aquella petición: “No nos dejes caer en la tentación”, y la digas dos o más veces, despacito, de vez en cuando.

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