¿El 15 o el 16?

+ Cómo que Batman...¡Viva el Santo!
+ Y la Taquería La Estrella ¡Que Viva!
+ Creo que le faltó sopa al Presidente


Por Flavia Bustamante

¿El 15 o el 16? Así andaba yo preguntando a medio mundo días atrás, porque no me quedaba claro eso de que cómo el Grito sucedió un 16 de septiembre, pero se le conmemora cada 15 por la noche.

Y justo ese lunes tenía mil cosas por hacer. Con eso de que fui a esperar que la Vuelta Ciclística pasara por Tepa, se me fue la mañana y quedaron mis pendientes para en la tarde.

Ya mi esposo me había advertido que no me alcanzaría el tiempo, que si quería ir en el auto debería terminar a tiempo, porque si de por sí es difícil estacionarse en el centro un día normal, éste no sería la excepción. Esa era toda su preocupación...

Y a mí lo único que me preocupaba era no conseguir un sombrero a tiempo y un buen lugar para dar el Grito.

Por la tarde se soltó la lluvia con todo. Pensé que se suspendería el Grito o que no habría gente, o peor aún, que me dirían “mejor nos quedemos en casa”. ¡Ahí sí hubiera ardido Troya! Por suerte paró el diluvio y pude ir más tarde.

Ese día mi madre me preguntaba por el Messenger cómo era que los mexicanos vivían la Independencia. Si era cierto que había un gran clima de fiesta, ella le escuchó decir esto en una cadena de radio argentina a una corresponsal que está en el DF, y que comentó que era casi como una Navidad.

Le dije lo mismo que escribí la semana pasada: que los negocios estaban todos adornados, le hablé de los puestos que vendían sombreros, cornetas, etcétera; de los autos que llevaban banderas. Todo le iba relatando día a día y tomaba fotos para que se diera una mejor idea.

Pero como siempre, me demoré en terminar mis pendientes. Ni tiempo de comer algo tuve. Me cambié y salimos.

Ya por la Matamoros se veían las camionetas adornadas con plantas de maíz y los chicos atrás con sombreros, algunos con sarapes, bebiendo y gritando ¡Viva esto! ¡Viva aquello! Eran casi las 10 de la noche y como era de esperar los autos avanzaban lentamente hacia el centro, encontramos lugar para estacionar en una pensión. Preguntamos cuánto nos cobrarían (yo pensé que nos sacarían un ojo con el precio) y el señor dijo: “ahi lo que sea su voluntad”, a lo que mi marido respondió en voz baja: “mi voluntad es chica”. Le pegué un codazo por ser tan “laucha” (acá dicen “codo”), aunque sé que lo decía sólo de broma.

Lo que no les dije es que la pensión estaba un poco lejos y tuvimos que caminar hasta casi llegar al centro. Estaba tan ansiosa por ver cómo era todo en la plaza que parecía que no llegaba más y a “mi gordo” se le dio por pararse a comer un hotdog. Y antes de que se lo terminara ya estaba pidiendo una hamburguesa y seguíamos ahí, sin llegar al lugar de los hechos.

Mientras él comía yo veía a toda esa gente, muchísimos jóvenes pasaban por ahí tocando sus cornetas, tirándoles espuma a las chicas, ellas gritaban y corrían, sus caras pintadas con los colores de la bandera, vestidas con playeras verdes, rojas o blancas. Todo el ambiente estaba listo para que a las 11 de la noche se diera El grito.

Por fin llegamos a la plaza y compré un sombrero que estaba un poco húmedo por la lluvia, pero me dio igual.

Era un mundo de gente. En el escenario que habían preparado cantaba el mariachi, pero llegamos casi terminando su actuación.

Nos paramos lo más cercano a la banda de música municipal y a la del colegio Niños Héroes, y al balcón donde el presidente saldría. Nunca había visto con detenimiento el edificio del ayuntamiento. Estaba precioso, decorado con un paño gigante tricolor y bien iluminado.

Los regidores y otras personas más que no conocía yo estaban apostados en los balcones, las regidoras elegantemente vestidas. Me dieron ganas de estar ahí arriba para ver cómo se veía todo desde ese lugar.

Comenzó la ceremonia, un poquito pasadas las 11 de la noche. Entonaron el Himno Nacional y luego de haberse leído un acta que no escuché bien, el presidente comenzó gritando ¡Viva México! ¡Viva el cura Miguel Hidalgo y Costilla! Y así con Josefa Ortiz de Domínguez, Morelos, Aldama y no recuerdo qué otro personaje, ¡Viva Tepatitlán! Y las campanas de las iglesias repicando.

Me encantó ver a todos responder al Grito. Me hubiera gustado que el presidente gritara con más entusiasmo, como decimos allá “le faltó sopa” (por decir que le faltó fuerza)pero igual fue emocionante. Mi marido al mismo tiempo me iba contando un chiste viejo aprovechándose de que soy nueva acá y no lo sabía. Ahí les va: Está el presidente Vicente Fox por dar el Grito de Dolores, comienza diciendo:- ¡Viva nuestra libertad! ¡Viva la soberanía mexicana! ¡Viva el pueblo de México…!Entonces su asistente por lo bajo le dice:- Ahora los héroes, señor presidente. Enseguida Fox grita:- ¡Viva Supermán! ¡Viva Batman!, ¡Viva Robin…!- No, esos no, son los héroes nacionales -le corrige el asistente.- Ah, de veras -dice el presidente. ¡Viva Kalimán! ¡Viva el Santo! ¡Viva Lola la trailera…! Me morí de la risa, aunque sólo ubiqué a El Santo.

Al finalizar, la maestra de ceremonias dijo que el presidente liberaría a algunos presos por cargos menores, no se oía bien, pero pensé que saldrían por la puerta del ayuntamiento. No sé si fue simbólico o qué. Por el contrario, vi que entraban algunos detenidos, supongo que por disturbios.

Para terminar el acto, los infaltables fuegos artificiales y un castillo alegórico. No me canso de verlos, siguen siendo una novedad para mí.

Al rato fuimos por unos tacos riquísimos que venden cerca de la Unidad Deportiva. Y mientras comíamos, unos chicos pasaron en camioneta por allí gritando ¡Viva la taquería La Estrella! Y los dueños respondieron ¡Viva!

Todo fue fiesta. Para mí fue algo muy bonito, en Argentina no se vive de igual manera y disfruté de esos días, en particular de la noche del Grito. La gente estuvo muy animada, esa misma noche me enteré de lo que había pasado en Michoacán, fue muy triste y repudiable. ¡Qué bueno que en Tepa no pasen esas cosas! Y deseo que jamás ocurran. ¡Viva México!

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