El Santo Rosario

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com


Cuentan que San Francisco de Sales arrancó al demonio esta confesión:

“¡María!, ¡María!, ¡Para mí no hay María! No pronuncien ese nombre que me hace estremecer. ¡Si hubiera una María para mí, como la hay para ustedes, yo no sería demonio!”.

Hace pocos meses llamé por teléfono a una familia y con agradable sorpresa lo primero que escuché cuando me contestaron, fue lo siguiente: voces de niños, jóvenes y adultos rezando “Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros…”, una familia que rezaba el rosario.

Como estamos en el mes de octubre, mes del rosario, creí conveniente recordar lo que nos decía el tan recordado Juan Pablo II:

“El Rosario lentamente rezado y meditado en familia, en comunidad o individualmente les dará los sentimientos de Cristo y de su Santísima Madre… Les voy a enseñar un secreto para conservarse siempre fieles: recen, recen mucho; recen el Rosario todos los días”.

Nuestros Obispos también han mostrado mucho interés en este tema y nos decía uno de ellos: “Deseo vivamente que en todas las comunidades de la Diócesis se intensifique el rezo del Santo Rosario, pidiendo a la Santísima Virgen María que interceda y nos alcance el remedio a tantos males de nuestro mundo y nos obtenga de Dios una paz verdadera”.

Encomiendo a los sacerdotes, religiosos, religiosas y a los demás responsables de las comunidades como son también los padres de familia, el promover debidamente esta oración, enriqueciéndola con breves lecturas bíblicas, cantos y oraciones inspiradas en la liturgia. Está comprobado que el que ruega por otros, se santifica.

Un Gloria al Padre puede producir allí o a lo lejos una conversión, cambiar la actitud de un gobernante pacificar un pueblo, ayudar al Papa, o atender a la acción de los misioneros, hacer vivir a Dios en el interior de las almas, someter a un moribundo difícil.

¡Cuántas cosas buenas se pueden conseguir rezando bien el Gloria al Padre, con mayor razón si rezamos el rosario completo! La oración tiene tanta fuerza que produce reacciones más potentes que las reacciones de la bomba atómica. Los grandes y los soberbios desprecian el rosario, pero lo rezan con mucho amor y alegría los pequeños.

El rosario forma una cadena de amor y de salvación con la que pueden influir en las personas y en los acontecimientos del mundo.

¡Recemos el Santo Rosario!

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