La leche bronca

Por Juan Flores García

Todavía en estos tiempos algunas familias acostumbran a tomar leche bronca, le decimos así porque es la que se toma sin darle su tratamiento, de la que nos siguen entregando a domicilio y que al hervirla nos hace una nata gruesa, amarilla, que parece mantequilla.

Para todos los que tenemos estómago curtido y que no nos hace daño, cómo saboreamos esta nata de costumbre tan antigua. Cuando menos en esto sí se sigue la vieja costumbre que ha sido el quehacer de estarnos acordando de lo que fue nuestro Tepa. Bueno no solamente en esto de la leche, sigue habiendo otras cosas.

Y siguiendo con lo que produce la vaca, mientras sigan existiendo estos animales y quien se siga dedicando, llueva, truene o relampaguee a este trabajo, tendremos a la puerta de nuestros hogares, amas de casa esperando a que llegue la camioneta con la leche, aunque a decir verdad ya son muy pocas las personas que se dedican a repartirla. Pero cómo batallan para poder entregarla, porque ya no hay un lugar para estacionarse mientras entregan la leche, porque hay tanto carro que sus dueños o conductores andan con mucha prisa, tocan el claxon y es una pitadera que así les anda a los sufridos lecheros.

Con todo y eso, podemos tomarnos esa sabrosa leche, gorda, gruesa, grasosa, cuya nata no sólo la comemos untada en una pieza de pan, en un bolillo o birote como lo hemos conocido; también hacíamos moyetes con nata, o tacos de nata con sal. En algunas casas hacen pasteles o panes caseros, guardan la nata de muchos días y se ponen a gozar el olor cuando se está horneando el pan.

Así pues seguimos disfrutando de esa leche bronca entera que nos entrega nuestro lechero, esa leche que cuando estaba en su apogeo la buena pastura, la leche de aquellos animales se aprovechaba en todo. Famosas fueron todas las cosas que se hacían con este producto, aquella sabrosa cajeta en su especial envase, la olla de barro, los dulces finos en barras que le llamaban jamoncillo. Estas golosinas han sido sustituidas por otras llamadas chatarras.

Todavía nos acordamos que don Francisco Esqueda repartía la leche en un macho que creo nos dijeron le duró 35 años. Ahora como decimos, su hijo Jesús lo hacía en camioneta. Este macho que tenía don Francisco era mañoso, no se dejaba cargar de leña si no la metían en un costal de raspa. Bien vemos que los animales tienen sus caprichos.

Entre otro de los que recordamos que repartían su leche en un macho fue don Jesús Mora; también recordamos a un señor que allá por las calles Aldama, Matamoros, y por ese rumbo entregaba leche con su cántara en una carretilla, esto era todavía mas gracia, porque tenía que empujarla para llevarla a domicilio.

Con todo y que dicen que la leche bronca trae muchas enfermedades sobre todo el colesterol, al cabo que bien hervida no creo que nos haga tanto daño como nos dicen los que con buena voluntad quieren proteger nuestra salud.

Por lo pronto, tuvimos ocasión de volver a recordar a todos los que repartieron la leche y a los que aún lo hacen, tengan buena salud para seguir haciendo este trabajo tan sin descanso y mal pagado, y por eso decimos que así fue Tepa en el tiempo.

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