Por Georgina González Ontiveros
Desde ESPNdeportes.com
Así le decían al pobre Margarito cuando no podía adivinar la raíz cuadrada de 7367643 y perdía la lavadora que le iba a regalar a su abuelita en el programa La Caravana... y así se llevaron a Pumas y Atlante los de Cruz Azul. Los muy ladinos.
Curiosamente, la Máquina cerró los cuartos contra Pumas y abrió las semifinales, esta vez contra Atlante. ¿Dónde estaba metido Cruz Azul? Perdía y perdía y pasó el torneo Apertura y la Liga Concacaf dando lástimas, hasta que la directiva regañó a los jugadores y mágicamente al siguiente juego ya eran fabulosos.
Por eso yo no daba un peso por Cruz Azul, hasta que lo vi jugar contra Pumas en los cuartos de final. Inclusive el partido de ida terminó tablas y sin goles, por eso todos apostamos a los de CU en nuestra quiniela de los genios creativos de ESPNdeportes.com -y yo- excepto un compañero, que pronosticó empate.
Pues nada, que todos perdimos. Sin embargo, algunos aprenden y otros no: Para la semifinal, en el partido contra Atlante, 3 conocedores le dieron su voto a Cruz Azul, 2 optimistas predijeron empate y 2 ilusos apostaron por Atlante. Adivinen, por favor, en qué grupo quedé.
Ni hablar. Las profecías no son lo mío pero seguiré intentándolo. Cruz Azul, por otro lado, me sigue sorprendiendo: ¿El equipo juega mejor bajo presión? ¿Funcionan a base de regaños? ¿Pusieron cara de pókar durante el torneo para hacernos creer que eran maletas? Si esa era la idea les salió muy bien, por cierto.
Más allá del arbitraje, que los atlantistas consideraron tendencioso a favor de los cementeros, Cruz Azul se lució y se puso a jugar como se debe jugar un partido de estos y, como resultado, tenemos que los mejores encuentros de liguilla los han dado los de la Máquina. Odio tener que admitirlo pero Atlante se salvó de una goleada, gracias en gran parte a mi héroe Federico “Harrison” Vilar, que cada vez juega mejor (y por eso tiene asegurada su titularidad en mi Led Zepellin Fantasy Club del próximo Desafío Futmex) y a que Zeballos se durmió cuando le mandaron el pase que habría sepultado al Atlante. Parecía niño chiquito, qué tierno.
P
ero yo sigo creyendo en el Atlante, aunque ya por ahí me dijeron que no lo siga diciendo en voz alta... que porque lo hago pierde.
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