¡Felicidades Madre!

+ Es que... recuerdo las flores, los chocolates, hasta a don Pascual

+ Y como Ella pasó hambre, yo me tengo que levantar más temprano

Por Fabiola González Ontiveros

No sé ni cómo empezar. Son tantas las cosas que quiero decirle, tantos los motivos que tengo para quererla…

Después de 4 embarazos, en los que desafortunadamente el último no pudo ser, mi mamá recibió la noticia de que pronto vendría yo. La cuarta (y última) González Ontiveros.

Fue un embarazo peligroso, porque como había perdido al último el doctor le dijo que si quería conservarme tendría que ponerse en paz, y ni tarda ni perezosa se quedó quietita como le habían dicho.

Como recompensa a su esfuerzo fui la más tranquila de los 4, y no estoy presumiendo nada, le pueden preguntar a ella y les va a contestar que no le di ningún problema… al menos cuando era bebé.

Recuerdo que cuando me peleaba con ella de pequeña siempre me quedaba llorando, así que mejor corría con mi abuelita para decirle que su hija ya no me quería y me quedaba con ella jugando, hasta que después me decía que fuera a pedirle perdón a mi mamá por ser grosera. Yo nunca quería hacerlo, porque según yo “ella ya no me quería”, pero mi abuelita me decía que se pueden estar peleando todos los días, pero una madre nunca va a dejar de querer a sus hijos.

Cuando me enseñaron a regresar sola de la primaria a la casa, rodeaba todas las calles que debía tomar y en su lugar me iba por las casas que tuvieran jardín para robarme algunas flores; a la salida juntaba a mis primos para irnos y les daba unas tijeras… por si nos encontrábamos algún rosal en el camino también "podarlo". Llegábamos a mi casa, correteados algunas veces, rasguñados por las espinas otras, pero siempre con alguna flor para mi mamá. La preocupación porque llegáramos tarde se convertía en sonrisa cuando veía su regalo; de cualquier manera no me escapaba de las regañadas, porque decía que las flores eran muy bonitas pero eso no debía hacerse, además que se le hacía muy triste, ya que se marchitaban y para ella es mejor dejarlas donde están.

Le llevaba eso porque quería que supiera que pensaba en ella mientras estaba en la escuela. Y me esforzaba mucho por llevarle buenas calificaciones a la casa, por el simple gusto de que me felicitara.

En ese entonces no me daban dinero y no me importaba, hasta que quise comprarle más regalos. A veces ella me compraba chocolates y yo quería darle también, pero no tenía con qué comprarlos.

Me acuerdo que cada vez que mi papá se acostaba a dormir la siesta se le tiraban algunas monedas, yo las recogía y se las regresaba, pero a veces cuando tenía suerte me decía que me las quedara para que me comprara algo en la tienda de don Pascual… Santo remedio, descubrí que eso, buscar monedas entre los sillones y debajo de las camas era un buen negocio, así que cuando estaba rica (me sentía rica con 5 pesos) iba con don Pascual que me conoce desde chiquitita y compraba un chocolate para mi mamá y otro para mí. Ahí le empezaron a llegar mis primeros dulces.

Ahora si le regalamos dulces nos regaña, que porque la dieta y que no sé qué… le decimos que está traumada, no es porque sea mi mamá (bueno a lo mejor sí un poco) pero es la mamá más bonita y con mejor cuerpo que muchas otras que conozco.

Jamás me deja irme a la escuela sin desayunar algo, y supongo que a ninguno de mis hermanos tampoco, ella me cuenta que cuando estaba chica era muy pobre y que muchas veces ni siquiera tenía qué comer, y que por eso en la escuela se mareaba horrible, por lo que se prometió a sí misma que a sus hijos nunca les iba a faltar la comida antes de ir a la escuela, porque no se puede estudiar con el estómago vacío… y lo ha cumplido.

Cuando les platico a mis amigos que me tengo que levantar más temprano para las clases porque no puedo salir sin comer algo, y les cuento que recién comí pan francés y chocolate caliente, siempre la reacción es “¡aaaay qué rico!, a mí no me importaría levantarme más temprano si me hicieran eso, mi mamá ni se levanta siquiera.”

A cada rato salimos de pleito, nos mandamos a la fregada, nos dejamos de hablar, nos tratamos mal o cualquier cosa, pero siempre terminamos juntas otra vez.

Es genial para mí bajar cada mañana a desayunar y darle un abrazo, me acomodo tan perfectamente ahí que muchas veces no quisiera estar en otro lugar.

Siempre nos cuida y está al pendiente de todo, la hace de doctora, de enfermera, cocinera, psicóloga y consejera entre muchísimas otras cosas.

Es medio chantajista también, por ejemplo para convencernos de que no vayamos a algún lado al que ella cree que no deberíamos de ir, si no puede evitarlo siempre nos da la bendición y pide por que no nos pase nada. Por ejemplo ahora con la influenza no quería ni que asomáramos la nariz a la calle, me imagino que no es por el hecho de no dejarnos salir, sino para no enfermarnos de ninguna cosa ponzoñosa por ahí.

Y tiene ya la fortuna de tener hasta nietos, uno recién nacido que es como el juguete nuevo, una ausente a la que extraña todos los días, y una que está todo el día cantando y revoloteando por la casa, y cuando no está, la casa está raramente silenciosa.

Quiero felicitar a mi abuelita, que no tengo idea de cuántos años tenga porque ni ella lo sabe, pero ahí sigue bien risueña haciendo enojar a mi mamá. A mi hermana la bruja, porque es lo suficientemente fuerte e inteligente para salir adelante ante todo, y mi sobrina Mariana es la prueba. A mi cuñada Flavia que aunque no está en su país tiene con nosotros a una familia, además de a su hijo el Santi que está bien bonito y va a ser igual de desmadroso que su papá que es mi hermano. Y por último a mi abuelita Cuca que en paz descanse, porque me dio uno de los regalos más valiosos que tengo, mi papá.

Mis hermanos y yo somos diferentes, como todos, pero tenemos en común una cosa… un genio de la fregada que le heredamos a mi papá como a la quinta potencia; se nos siente a cada rato cuando sin querer le contestamos mal a mi mamá, y aún así nos quiere… es como nuestro ángel de la guarda. La mujer más buena que conozco en este mundo, la mejor mamá, esposa, abuelita, tía y sobre todo… mi mejor amiga.

¡Feliz día mamá! Te quiero mucho.

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