¡Qué Familia!


No sé si en Chihuahua también, pero en Michoacán está perdida la batalla contra el crimen organizado. En Veracruz no y creo que en otras plazas como las de Tijuana, Sinaloa, Nuevo León y Tamaulipas tampoco, pero en su tierra el presidente Felipe Calderón ha sido derrotado.

Tras la captura de un alto jefe de esa organización criminal de La Familia, ésta desató una guerra contra la autoridad en la que están dando muestras de estar muy bien organizados y de contar con una gran capacidad de fuego, es una especie de guerra de guerrillas que ya la hubiera querido el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas en sus mejores tiempos.

Y por cierto, siempre que llegan las noticias acerca de los enfrentamientos en esa parte del país, especialmente en Guerrero y Michoacán, que hablan cada vez de tantos más cuantos sicarios (o narcos) muertos, me pregunto si en realidad serán eso, criminales y no guerrilleros, esto por la forma tan consistente que tienen de resistir a sangre y fuego los embates del Ejército y la Policía Federal. Los expertos me dicen que no, que ya hubieran reivindicado sus acciones mediante algunos comunicados en internet. No lo sé...

Lo que todos sabemos es que la Policía Federal ha sido atacada en sus cuarteles y transportes con muertos y heridos como resultado, que los criminales torturaron y dieron muerte a un grupo de doce agentes incluida una mujer dejando los cadáveres a la orilla de la carretera; que para tratar de pasar inadvertidos un grupo de elementos de la PFP viajaban en un autobús no oficial rumbo a Lázaro Cárdenas y que aún así fueron atacados en la carretera por los sicarios de la Familia, que tuvo que ir el Ejército a rescatarlos en helicópteros, que suspendieron ya la vigilancia nocturna en las carreteras y que la Policía Federal de plano se replegó ya abandonando la mayoría de sus cuarteles en Michoacán para concentrarse todos en la capital Morelia y en Atlacomulco, Estado de México. O sea que La Familia los correteó ya de todo el interior del Estado y a una parte del personal incluso de éste. ¡Fuera!, se tuvieron que refugiar en el estado vecino.

Ninguna otra banda criminal se había mostrado tan agresiva y peligrosa como La Familia de Michoacán que le ha declarado la guerra así al estado mexicano, lo que nos puede dar una idea de lo difícil que será volver a combatirlos. No sé si el gobierno del presidente Calderón ya se dio por vencido y piensa dejarlos en paz, o simplemente se replegó para planear una contraofensiva, pero por lo pronto es desmoralizante y altamente preocupante el que una banda criminal haga huir a las fuerzas federales.

"Una banda criminal", de seguro así se le ha llamado en cada etapa de la historia a cada grupo u organización que se le ha enfrentado al gobierno en turno por la vía de las armas, desde cuando llegaba a su fin la época colonial, en los albores y postrimerías de la revolución mexicana, y la más reciente hace unos 80 años cuando la Cristiada; sin duda se les llamaba "una banda criminal" a los primeros grupos armados de católicos que, como estos de la familia michoacana, hacían huir de Jalisco a las fuerzas federales.

¿Y a qué viene tan descabellada comparación?, bueno, a que es precisamente un ingrediente ideológico religioso el que le ha dado esa cohesión y fuerza al crimen organizado en Michoacán. Quien organizó a La Familia encontró un buen pretexto para matar, secuestrar, extorsionar y traficar con drogas especialmente sintéticas, y éste fue combatir a los Zetas con los cuales estuvieron aliados en un principio.

El rompimiento con este grupo, también sanguinario, del Cártel del Golfo, le dio una idea al fundador de La Familia, nacía ésta como una organización justiciera, como mata-zetas, con una falsa autoridad moral para hacer lo mismo y asesinar. Y una cosa fue llevando a la otra, a continuación y habiendo plasmado una serie de reflexiones acerca de la familia y la sociedad, el líder las convirtió en reglas para darle a su grupo criminal, violento y terrorista la apariencia de algo bueno y justo por qué luchar.

Eso es lo que ha convertido a La Familia de Michoacán en la organización criminal más poderosa, violenta y sanguinaria de todas las bandas del narcotráfico que operan en el país, el ingrediente ideológico religioso en el que se les hizo creer a sus miembros. No es lo mismo morir simplemente por dinero, a inmolarse -creen ellos- por un ideal. Por eso es que los fanáticos, enajenados e irracionales, son capaces no sólo de enfrentarse a tiros con quien sea, sino de hacerse explotar o estrellarse en un avión con tal de hacerle daño al enemigo.

Algo así está pasando en Michoacán. La Familia no es sólo un grupo criminal, aunque para efectos legales y ante la opinión pública nacional sólo eso sea, es una organización a cuyos militantes -sicarios para el resto de los mexicanos- se les hizo creer en algo más que el dinero fácil.

¿Qué hacer?, es una guerra que se está perdiendo... Concentrar todas las fuerzas federales en Michoacán tal vez, aunque se tuviera que darles una tregua a todos los demás, a los Zetas, a los Chapos, a los Beltranes, a los Arellanos, a los Carrillos... No sé de qué otra manera podría el gobierno de Felipe Calderón hacerles frente con éxito a estos fanáticos de La Familia...

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