¡Hasta prontoTepa!

¡Hasta pronto Tepa!

+ Es triste dejar familia y amigos
+ Nos vamos buscando aprender

Por Fabiola González Ontiveros

La música es el peor enemigo o el mejor amigo cuando de inducir sentimientos se trata. En eso me parece que todos estamos de acuerdo, porque no conozco a nadie que no le guste en absoluto la música.
Cuando uno se cambia de casa suele estar nostálgico por todas las cosas que vivió en ese lugar, pero en realidad lo único que cambia es precisamente la casa, porque la ciudad sigue ahí, los amigos y la familia también.
Cuando te cambias de ciudad es un poco más triste, porque los lugares que conoces y los amigos ya no los vas a ver tan seguido como antes, pero tal vez la familia seguirá ahí y habrá que empezar de cero en cuestión de amigos, escuela, trabajo y esas cosas.
Me tocó ver cómo mi papá se cambió de ciudad sin nosotros por cuestiones de trabajo cuando era pequeña, y aunque va y viene cada mes o cada que puede, no deja de sentirse feo el despedirse de él. Y me imagino que también para él será triste estar con nosotros y de repente regresar allá solo… lleno de trabajo y de cosas que hacer, pero al final del día solo.
Y ahora me toca a mí, porque tomé una decisión a la que me aferré en cuanto lo hice. Dije que me iba a estudiar a Xalapa, con él, para que no estuviera tan solo y para que me enseñara lo que sabe, ya que no conozco personalmente a alguien tan inteligente como él, además de que la ciudad es tan bonita, llena de cultura y de verde… al entrar a la capital de Veracruz se puede respirar la vida que hay por todos lados.
Claro que en ese entonces no contaba con que una de mis hermanas se iría a vivir a la monstruosa chilangolandia para trabajar, por lo que en mi casa cada vez somos menos y cada vez estamos más regados por el país.
Desde enero vengo contando el tiempo. Y aunque estoy emocionada por lo que vendrá, no dejé de sentirlo más bien como si se me fuera acabando el tiempo, como alguien que tiene una enfermedad terminal y ve todo como si fuera la última vez. Pero no tenía ningún problema, incluso hace un mes no me preocupaba en absoluto, hasta hacía bromas al respecto diciendo que ahí nos íbamos a juntar el par de locos y nos iban a salir chispas, refiriéndome a mi papá y a mí.
No me apuraba, porque aunque faltara poco lo veía lejano; me quedaban 3 semanas, luego 2, luego sólo una y... sin deberla ni temerla se me acabó el tiempo. Para cuando lean ustedes este comentario ya estaré yo en tierras jarochas, pero mientras escribo es miércoles y me encuentro sacando ropa y haciendo maletas, tratando de hacerme taruga porque aún no me la creo. Desconecté mi mente cuando compramos el pasaje, y cuando mi madre me preguntó qué asiento quería, después de un rato le contesté: pues el que sea ¿no?, porque de alguna manera una parte de mí pensaba que sólo iba de paseo, igual que cada año en las vacaciones largas.
También lo sentía lejano porque no estaba segura si me iría el martes que recién pasó o hasta hoy sábado, dependía de un desayuno al que tendría que venir mi papá, pero al no realizarse nos llamó y nos dijo “mejor vénganse el martes”. En ese momento me cayó como que un balde de agua helada. Como no tenía una fecha exacta sentía que todavía me faltaba mucho, pero al decirme la fecha me puse tan triste que estuve mula todo el día, refunfuñando en un berrinche que no iba a resultar en nada, “eso era lo que querías, irte ¿no?, ahora no estés jodiendo” me decía a mí misma.
Todavía quiero irme, siento una curiosidad enorme por todo lo que me espera, un cambio de vida radical, gente nueva y una oportunidad de empezar de cero a ver qué sale. Lo que me harta es dejar todo esto atrás, las calles que conozco, los parques, el centro, la oficina, mi casa, mis mascotas, mis amigos, mi sobrina, mi mamá, mi hermana…
La vida en Tepa es lo único que conozco, siempre viví aquí, a diferencia de mi familia que tenía la costumbre de andar por aquí y por allá, con decirles que mi hermana cuando le preguntaban de dónde era siempre decía que de Acaveraguatepatitlán, porque vivieron en Acayucan, Veracruz, Guadalajara y aquí en Tepa, y a mí ya nada más me tocó esta ciudad, por lo que me va a costar muchísimo trabajo adaptarme a otra cosa que no tiene nada que ver con lo que he visto durante tanto tiempo.
He tenido que despedirme de mis amigos y en el momento en que se van trato de no ponerme triste, porque tampoco es como si ya no los volviera a ver ni nada de eso, regresaré pronto a seguirles dando lata, para seguir dando la vuelta cuando pueda y salir por ahí a ver a dónde, a cualquier lugar que prometa diversión, y aunque no prometa, al cabo que el que hace el ambiente es uno.
No se me van a olvidar tan fácil los últimos fines de semana con mi hermana, que fueron el desmadre total y que me divertí como nunca, si me hubieran dicho que me iba a divertir tanto y que iba a ir a todos esos lugares jamás lo hubiera creído, han sido sin duda los días que me he reído más en toda mi vida.
Voy a extrañar todo y a todos, en especial a mi hermana y a mi mamá, ya que nunca he vivido sin ellas, y no sé cómo le voy a hacer, porque aunque uno se pelee a cada rato con la familia es imposible no quererlos.
Les decía de la música al principio porque en estos días eso es todo lo que he hecho… ponerme los audífonos en los ratos que estoy sola y ponerme a cantar sola como loca, y aunque estoy toda nostálgica y se me antojan más las canciones tranquilas y cargadas de tristeza por la despedida, me he llenado de pura música alegre, porque no tiene sentido estar triste si voy a regresar, pero como quien dice: río para no llorar.
Todo cambio es porque viene algo mejor, confío ciegamente en eso.
Me despido de todos con esta calumnia como yo le llamo a mi escrito, mientras me salen las lágrimas sin que encuentre manera de contenerlas, pero son lágrimas de alegría porque tuve la oportunidad de vivir todo lo que viví en este lugar.
Tampoco se emocionen y crean que ya se libraron de mí, porque sé que nos leeremos muy pronto, la única diferencia será la residencia. A la ciudad no le digo adiós sino hasta pronto.