+ Valió madre la invitación del gobernador
+ ¡Uy sí! cuánta "justicia" durante el Grito
Fabiola González Ontiveros
Otro aniversario más de la Independencia de México, otro 15 de Septiembre que pasó. Pero ahora pasó diferente.
Vivido en una ciudad diferente, fue una experiencia un tanto histérica y obviamente nada que ver con lo que estábamos acostumbrados, no es lo mismo presenciar el Grito en Tepa que en la capital de un estado, entre más grande sea el lugar, mayor es el desmadre que se arma. Y no me refiero al desmadre del bueno, en el que todos se divierten, sino a una cosa horrible.
No pensaba yo ir al grito en Xalapa, además de que nunca se sabe si va a llover pero era de suponerse que habría mucha gente, sin embargo llegó a nuestras manos una invitación para el evento en el palacio de gobierno.
Creíamos que iba a estar chido porque pensé “¡órale! ahí con el gobernador y toda la onda” así que fuimos por no dejar...
Desde que recorríamos las calles, por varias cuadras arriba del centro para encontrar estacionamiento, veíamos por todos lados a cientos y cientos de policías y soldados en cada esquina. Bromeaba mi papá con que cuando los que se van de braceros vienen y ven policías, patrullas y gente de seguridad, dicen que hay mucha "justicia", ¡uy si! ¡cuánta justicia!.
Bueno, para no perder la costumbre, el centro de la ciudad estaba imposible, pero eso ya es cosa de todos los días. Cuando por fin encontramos estacionamiento y llegamos al Parque Juárez, lo que en Tepa vendría siendo como la Plaza Morelos, aquello me recordaba mucho a la Expo en abril, estaba hasta la madre de gente, juegos mecánicos y gente vendiendo mugre y media por todos lados.
Y enfrente del palacio, a las afueras de la catedral estaba muchísimo peor, pero no nos importó, porque nosotros teníamos nuestra invitación para ver el relajo desde adentro y desde arriba. Pura gente importante (según ellos) había ahí, todos los tipos muy trajeados y las viejas con su vestidazo barriendo gente nomás y observando a los demás.
Me estresó que hubiera tantísimo guarura con cara de estúpido por ahí, algunos además de estúpidos la tenían de mamones (diría jalados para que se oyera menos grosero, pero no tendría la misma intensidad).
Además de guaruras había otro mundo de gente ahí, que se veían muy elegantitos y todo, pero que como buenos gorrones devoraban con una desesperación preocupante todos los bocadillos que se ofrecieron, claro que para eso son, para comérselos, pero le digo que daban vueltas y vueltas aperrándose en las mesas en busca de comida.
Subimos al balcón del gobernador, con trabajos porque los guaruras no dejaban pasar a todo mundo a la parte de arriba, pero allá también estaba ya congestionado dicho balcón, así que nos salimos un poquito, al pasillo nada más para respirar un poco en lo que empezaba el asunto. No lo hubiéramos hecho.
Enseguida que nos dicen unos guaruras “lo molesto, por favor, si se hacen más para allá porque ya vamos a empezar el protocolo y los soldados van a necesitar todo el pasillo”. Pues bueno… nomás porque dijo por favor (y porque no había muchas más opciones) nos movimos un poco, pero ahí empezó a joderse el asunto. No íbamos a ver más que al gobernador pasar y pues la neta así qué chiste, yo me imaginaba otra cosa, así que le pedí a mi papá que mejor nos saliéramos.
¡Mmmmta...! fue lo peor que se me pudo haber ocurrido, porque como le digo, afuera estaba atascadísimo de gente y no pensaba arriesgarme a pasar entre toda esa multitud para mal ver algo que ni siquiera era necesario en primer lugar. Entonces nos subimos a la base de una columna (de las que sostienen al palacio en su parte frontal) sin molestar a nadie, atrás de la gente, pero a un guarura se le ocurrió que no debíamos estar ahí y empezó con su cantaleta: “lo molesto, por favor...” Mi papá le preguntó que por qué nos quitaba si ahí no le estorbábamos a nadie, pero él sólo contestó: “lo molesto, por favor...”
Nos bajamos refunfuñando y ahí fue cuando me empecé a cabrear maldiciendo a ese imbécil al que no le habían dado ninguna ordene en ese sentido, pero a él se le ocurrió que no debíamos estar ahí y nos bajó.
Después, estábamos paraditos junto a otro grupo de gente cuando llega otro guarura y: “los molesto, por favor, necesito este espacio libre”. ¡Hiiiijo de toda su…! Pues agarraron sus vallas y nos encerraron vilmente como si fuéramos reses, nos quedamos sin poder salir ni hacernos para ningún lado.
Después de un rato por fin nos dejaron salir de ahí y nos acercamos sólo unos pasos a otro pilar, aunque ya para esto estaban los fuegos artificiales, muy bonitos por cierto, pero ni los disfruté del coraje, cuando otro guarura que estaba por ahí, como si con la pirotecnia se le hubiera prendido el foco, que llega y ¿qué cree que nos dijo? Por supuesto: “lo molesto, por favor...” ¡Utamales! ya estaba yo hasta la madre así que le contesté “No, no quiero moverme de aquí” y seguí viendo los fuegos artificiales. Después me dio risa su jeta, porque no se esperaba que lo mandara yo a freír espárragos y ya no supo qué hacer, hasta que un ciego, que estaba sentado hasta adelante (hágame usted el favor, qué carajos hacía ese hombre ahí) me tocó con su bastón y pasó a mi lado al dejar el lugar que ocupaba, fue entonces que al guarura se le ocurrió decirme que esa zona era para los discapacitados, pero me lo dijo al tiempo que yo estaba viendo bailar a una vieja en esa zona que según él era para los minusválidos, imagínese...
Otro guarura se apareció de repente, y como veía yo que todos ellos estaban trabajando con base en lo que se les iba ocurriendo, le pregunté que si esa zona era para los discapacitados, se lo grité más bien, porque no me daba la gana de tratar bien a nadie, y sólo me contestó el pobre: “es que no pueden estar aquí”. “Eso no fue lo que te pregunté -le dije-, yo te estoy preguntando si esta zona es para discapacitados, me entiendes o no”. “Es que no pueden estar aquí”
¡Coño! Era más fácil que la pared me contestara algo inteligente que todos esos batos juntos.
Al rato por fin pudimos escapar de ahí y regresar a nuestra casa, estaba yo más mula que nada por culpa de los de seguridad, y ¿qué vi? Nada.
Sé que es necesaria la seguridad, porque cuando hay eventos así luego es que pasan los accidentes, como prueba está el Grito de hace un año en Morelia, Michoacán. Pero de veras que ya ni la ch...
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