La toquilla

Por Juan Flores García

La toquilla es un objeto que para muchos es completamente desconocido. Según el diccionario, toquilla es: Pañuelo de malla que se ponen las mujeres en la cabeza o cuello para abrigo. Paja con que se hacen los sombreros de Jipijapa. Adorno de gasa o cintas que se ponían antiguamente a los sombreros de hombre. Jipijapa en el Ecuador, famosa por su producción de sombreros de palma.

Esta toquilla en Tepa, se usó mucho en el sombrero de ala ancha, hecho de palma al que le decíamos grande o de charro. Pero la toquilla no la hacían de gasa, sino de cerda de caballo. Las personas que fabricaban esta toquilla fueron: Luis Guzmán y sus hijos (aquel señor que mencionamos en un artículo anterior, que hacía riendas).

Para formar la toquilla se trabajaba laboriosamente, se lavaba la cerda para después cardarla y torcerla en forma de lazo y cortarla delicadamente en partes. Trabajo en que se ocupaba don Luis, sus dos hijos Pablo y José Guadalupe y otro señor que los ayudaba.

Recordemos que el sombrero ancho se usó allá por los años en que todavía no se viajaba en camión, cuando con ese ancho sombrero se cubrían la cabeza nuestros proveedores de alimentos; los campesinos, los rancheros. Estos que cuando queremos hacer malas comparaciones los mencionamos a ellos. ¿Qué haríamos, los que cómodamente compramos lo que ellos producen, si no hubiera rancheros?

Pues bien, a los sombreros de ala ancha se les adornaba con esa toquilla hecha de cerda de caballo. ¿Saben cómo y quién hacía estos sombreros? Ahí les va: por el año de 1928, un señor que se llamó Eutimio López, vecino de Teocaltiche, traía sombreros a Tepa y puso un taller aquí. Enseñó el oficio a Ausencio Muñoz Padilla, hijo del honorable señor Blas Muñoz, quien se dedicaba a vender pan y leche para sostener a su familia. Así Ausencio puso su propio taller y a su vez enseñó a Margarito su hermano, primero y después a sus otros hermanos José Francisco y José de la Cruz, quien hasta su muerte tuvo ese negocio.

Luego enseñó a Antonio, dueño de la sombrerería. La toquilla, ese histórico adorno que la familia Guzmán hacía, se la vendían a don Blas allá por los años cuarentas a dieciséis pesos la docena. Era un trabajo laborioso que, como tantos otros que en aquellos lejanos tiempos se realizaban y en razón de su poca demanda, no producía lo suficiente para sostener a una familia, cuya economía era escasa, para apenas mal vivir.

Pero ¡qué bonito era ver que se usaba ese sombrero ancho!

Recordamos que los días de fiesta (que eran muchos en el año), se veía, reunidos en los lugares públicos, a gran cantidad de hombres portándolo gallardamente (parecían que traían paraguas). Pero como todo, siempre el pero, las cosas fueron cambiando y este sombrero que era de uso diario desapareció.

Solamente hay un hombre en esta tierra de Dios que lo siguió usando en estos tiempos, su nombre es Antonio Íñiguez y vivía o vive en la Mina. Todos los días lo veíamos por nuestras calles. Este buen amigo y respetable señor daba testimonio de su utilidad usándolo, aquel sombrero no tenía ya aquella famosa toquilla de cerda de caballo, la llevaba ya de otro material.
Este pequeño adorno, la toquilla, nos permite recordar el inicio de la fabricación del sombrero de palma. Mucho antes de la aparición del sombrero de ala ancha para usar este adorno.

Rafael López ya fabricaba sombreros por la calle Porfirio Díaz número 255, empleando a más de quince obreros. También La Palma, nombre de la fábrica de sombreros de Blas Muñoz, llegó a tener más de cien obreros para la fabricación de tan conocido sombrero con esta toquilla.

En la actualidad sólo conocemos otros modernos sombreros y algunos negocios donde se venden, ya no los fabrican aquí. Con un especial saludo para este buen amigo (donde quiera que esté, hace mucho que no se de él) Antonio Íñiguez; lo felicitamos por tanto tiempo que siguió usando ese tan tradicional sombrero como testigo fiel a aquella costumbre de llevar uno y que se convirtió en su inseparable compañero. Y por eso decimos que así fue Tepa en el Tiempo.

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