Panorama de Arandas



Por Rubén Arias Barajas


¿Y la hidroponía?


Vaya para Ustedes el saludo semanal de costumbre.
Empiezo mi columna con esta pregunta por dos fundamentales razones y paso a explicarme. La zona de los Altos de Jalisco, en particular la Sur, tiene el problema de sus tierras que son semi desérticas y mucho de ello tiene que ver con que las pocas áreas boscosas con las que contábamos no hace mucho tiempo, fueron mermando poco a poco.
Primero por las fábricas de tacones y productos de madera necesarios para los muebles, los palos de escoba y trapeador y muchas otras cosas que se producían en ésta zona de Arandas, además de que hasta los ladrilleros utilizaban, cosa increíble, la madera para atizar sus hornos y producir los tabiques indispensables para la construcción. Como si nunca se nos fueran a agotar dichos recursos, pues taladores por donde quiera se daban gusto mientras que las campañas de reforestación brillaron por su ausencia.
Hasta que el niño se ahogó, hubo algunos intentos, fallidos por cierto en gran parte, por reforestar el Cerro Gordo y algunas otras áreas. Y hasta eso, hay que reconocer que se regalan arbolitos de todo tipo, hasta frutales y toda la cosa y se toman fotos de ello, se publicita y bueno, se hace mucho ruido y bueno, hasta eso, se cumple porque efectivamente la gran mayoría de esos arbolitos se plantan.
El problema radica en el poco o muy escaso seguimiento que se le dá, porque mientras es temporada de lluvias, pues todo bien, no hay problema y empiezan a crecer, pero tan pronto llega la temporada del verano, empiezan a morir y todo queda casi igual que como estaba. Yo le invito amigo lector, a que consulte pero con objetividad, qué porcentaje de árboles que se plantan continúan con vida después de un año. Se sorprenderá y no muy gratamente del resultado, pues el porcentaje es muy bajo, resulta que es un gasto hasta cierto punto infructuoso.
Pero bueno, le decía otra de las causas de la deforestación y quizá la más grave, es la que se dio en los últimos años con la fiebre de la siembra del agave para producir el tequila. La ambición de mucha gente que vió hacerse millonarios a unos cuantos que aprovecharon la excepcional temporada en que una helada provocó escaséz del producto y subió como a l7 pesos el kilo por allá por el noventa y tantos.
Entonces muchos pensaron y le apostaron, demasiados diría yo, a hacerse ricos de la noche a la mañana con ese cultivo, y comenzó lo que yo llamo operación desmonte, pues echaron abajo árboles, arbustos, maleza, huizaches, nopales, yerba, todo, absolutamente todo para sembrar el agave famoso.
Pero claro, la Ley de la oferta y la demanda que rige al mercado, dio al traste con las ilusiones de muchos agricultores y las pérdidas no se hicieron esperar, más bien, fueron de lo más común, pues con un exceso de oferta de los agricultores, tumbaron el precio porque es posible que hasta hayan rebasado la capacidad de producción de la industria tequilera que aprovechó y muy bien, el tener su materia prima casi regalada.
Entonces el problema es que mucha gente comenzó a dejar de sembrar agave y buscó otras alternativas, pero las tierras flacas, cansadas, dañadas por los herbicidas y demás productos químicos utilizados en el agave, no le permitieron pensar en una buena cosecha. Otro problema surgió, porque en ausencia de bosque, obvio, ausencia de lluvia y las consecuencias lógicas, mala cosecha.
Aquí es donde entra el tema inicial de la hidroponía. La instalación de invernaderos en esta zona, es algo que se empezó a dar de unos muy pocos años a ésta fecha. Recuerdo a un gran arandense, el Ing. Rogelio Alvarez Galindo, quien promovió con insistencia y entusiasmo durante un buen tiempo, la posibilidad a ser explotada y las bondades de la instalación de invernaderos con éste sistema que producen una cantidad superior a los alimentos comparada con la que sería en el suelo, en contacto con la tierra, pues además el cultivo hidropónico es mucho más higiénico y no se necesita desperdiciar tanta agua ni atenerse a un temporal errático como el que tenemos ya.
Pues la gente confió en él y ahora ya se puede observar a muchos agricultores con sus naves construidas y trabajando con gusto y entusiasmo con ésta nueva técnica que les está dando magníficos resultados.
Es sin lugar a dudas lo que hay que hacer, no a futuro, ahora, en el presente. Y ahí es donde aparece la figura del buen amigo José María Tejeda Vázquez, lamentablemente fallecido hace pocos días, quien había platicado con el Ing. Alvarez Galindo, de la posibilidad de usar sus gestiones y contactos, para tener aquí en Arandas una especie de escuela en donde se impartieran cursos de capacitación a nivel Regional, para dar a conocer las virtudes de la hidroponía.
Lamentablemente su fallecimiento truncó esa posibilidad. Espero que no para siempre, pues conociendo la tenacidad del Ing. Don Rogelio, él no quitará el dedo del renglón y ojalá que esa posibilidad se aterrice pronto y se convierta en una realidad que beneficie a los Agricultores de ésta zona. Hago votos porque así sea. Nos leeremos en la próxima entrega.

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