Pórtico: Apocados

Por Ramón Muñoz de Loza

y qué dolerá más, ¿un despido laboral o un rechazo universitario?

Hace 20 años se hablaba en la zona de la brillante idea de “traer” la Universidad a la región. Era una noticia digna de ocho columnas. Hubo esfuerzos, donaciones, patronatos, rifas, negociaciones, discursos. Aún tengo en los archivos el primer cuaderno con la explicación oficial de los beneficios de la Red Universitaria de la Universidad de Guadalajara.
Está ahí la hemeroteca con la reseña de aquella reunión llevada a cabo en Valle de Guadalupe donde hubo pasarela de políticos y universitarios quienes respaldaron, con su presencia, la idea generosa de “traer la universidad del Estado para acercar la educación a las regiones y evitar, con ello el desarraigo de los jóvenes”, quienes “se quedan a vivir en la Capital, una vez terminada su carrera profesional”.
Idea magnífica que luego se tornó en un campus universitario que, hoy en día ya no da testimonio cabal de aquella ilusión de abrir puertas para los “jóvenes de aquí”. Las reformas a la normativa udegeísta has establecido que no se puede restringir el acceso a ningún estudiante mexicano a la universidad estatal; ello ha representado que cientos de egresados de bachillerato alteño deban competir con miles de aspirantes que vienen de otros pueblos.
En Guadalajara, un aspirante a Médico Cirujano, compite por un espacio ante unos 4 mil estudiantes. En Tepa compité ante 300. ¿Dónde hay más posibilidades? Las autoridades udegeístas han intentado acotar los movimientos de estudiantes una vez que salen en listas en Tepa, limitando los cambios de sedes, sin embargo, de cada 42 o 43 alumnos que inician su carrera, se quedan en el camino unos 10 o hasta 25 alumnos, lo que merma aún más las aspiraciones de los estudiantes de la zona.
Si a esas alarmantes estadísticas, le sumamos que muchos de los estudiantes no ingresan a su carrera de principal aspiración, es decir estudian una carrera en CUAltos “porque no me dejaron ir a Guadalajara”, porque “Era la que más se acercaba a lo que yo quería”, o peor aún, “era la más fácil para ingresar”, entonces nos damos cuenta de la radiografía de nuestros futuros profesionistas.
Y ni qué decir de la poca vinculación con los sectores productivos que tienen los estudiantes. Terminan –la gran mayoría-, esperanzados en ser contratados por las grandes firmas, con poner un negocio, en ser grandes profesionistas, pero la sociedad misma les tiene espacios limitados o nulos para su desempeño. Tenemos entonces un tema muy complicado en cuanto a la oferta educativa y vocacional de la universidad del Estado que opera en Tepatitlán.
Pero también nos vemos apocados ante las opciones que podemos ofrecer a nuestros jóvenes en los campos laboral, profesional, productivo. Estamos lejos del sueño de aquellos diseñadores de la Red Universitaria de hace 20 años. Estamos lejos del sueño de los jóvenes estudiantes de hoy en día. Estamos apocados…

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