Dios no abandona a nadie

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Había un hombre muy testarudo que se negaba a abandonar su casa a pesar de los repetidos avisos de amenaza de huracán. Al equipo de socorristas que le avisó les dijo: “No se preocupen. Dios se ocupará de mí”.

A la mañana siguiente el primer piso de la casa estaba lleno de agua. Nuestro hombre se refugió en el segundo piso. De nuevo el equipo de socorristas le invitó a subir a la barca y abandonar la casa. “No se preocupen, Dios se ocupará de mí”.

Por la noche toda la casa estaba inundada y nuestro hombre se sentó en el tejado. Un helicóptero vino a rescatarle pero se negó a subir y decía: “Dios se ocupará de mí”. Sucedió lo que tenía que suceder. Nuestro hombre se ahogó.

Cuando llegó al cielo le preguntó a Dios por su ausencia, pero le reclamó por qué lo había abandonado, cuando él más lo necesitaba, además de que él tenía una gran confianza en su providencia y que estaba decepcionado. Dios le contestó: Te envié socorristas, te envié una barca, te envié un helicóptero. ¿Qué más podía hacer?... Dios nos envió a Abraham, Moisés, Elías y a Jesús.

Y en su bautismo y en la transfiguración nos dijo: “Este es mi Hijo amado. Escúchenle”. Dios nos manda a mirar a su Hijo. ¡Míralo! Veamos en él al Hijo de Dios. Veámoslo revestido de su carne por amor. Descúbrelo amándote como si sólo existieras tú. Y escúchalo. Jesús te está hablando, te lo aseguro. No en visiones. Sí a través de los hombres, de la guerra, de las tragedias en nuestros países, de la violencia, te habla a través de tus propias experiencias, buenas o no tan positivas. En nuestro viaje con Jesús hacia nuestra personal Jesuralén, escúchale.

No siempre será divertido pero siempre te sentirás animado a encarnar y comprender los acontecimientos felices y los tristes. Aunque te sientas triste, piensa en un mañana pleno de alegría, de satisfacciones y de sueños realizados, y entonces comprenderás que también los errores son indispensables para aprender.

¡No te rindas! Aunque te sientas solo, piensa en todas las personas que te brindaron afecto durante tu vida, y sabrás que en el tiempo venidero, también amarás y serás amado. ¡No te rindas! Aunque te sientas derrotado piensa siempre en victoria luminosa que verás al final del camino y descubrirás que las caídas de muestran poder de tu fe y de tu fuerza.

¡No te rindas! Aunque te sientas perdido piensa en la esposa que anida en lo profundo del corazón; rescátala y sal a correr el sendero señalado en la mirada puesta en el cielo. ¡No te rindas! ¡Dios camina contigo! Hay que evitar ese error grande que consiste pensar que Dios no ha de solucionar todos nuestros problemas y nosotros cruzados de brazos. Dios dice: Ayúdate que yo te ayudaré”.

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