La Entrevista: El único de la época de oro, Hermanos Jáuregui, el sobreviviente

+ Con más de 50 años es el único
restaurant que sigue en el centro


+ Gracias a su dueño nació la
Muestra Gastronómica de la feria

Viendo qué negocios de los años cincuenta, de la tan mentada época de oro de Tepatitlán, actualmente sobreviven, resulta que son muy pocos, entre ellos el Restaurante Hermanos Jáuregui que tiene ya cincuenta y seis años.

Me recomendaron que fuera con el dueño, Alfonso Jáuregui Sánchez para que me contara un poco la historia de esta empresa familiar que lleva tres generaciones.

Fui muy bien recibida por el señor Alfonso, quien no sólo me relató cómo fue que nació el restaurante, sino que además me contó cómo era Tepa por aquellos años, cómo fue que la empresa sobrevivió hasta el día de hoy, en el mismo lugar, frente la plaza y con la misma familia al mando.

Resultó Alfonso un gran conocedor de este rubro, nos cuenta cómo fueron cambiando los hábitos de la comida, qué otros restaurantes había en esa época, cómo surgen la Muestra y Feria Gastronómica, etcétera.
Para mí fue un placer escucharlo porque logró que pudiera imaginarme esa época tan gloriosa del Tepa antiguo desde otro punto de vista, desde el aspecto de la gastronomía.

El inicio

“El negocio fue fundado en 1955 por mi papá Luis Jáuregui y mi mamá Amalia Sánchez. Mi papá viene de una familia de comerciantes; ellos se dedicaban a la fruta, la verdura y los abarrotes. Entonces como ya tenían una frutería y una dulcería abarrotera quisieron seguir creciendo porque eran varios hermanos.

Y así pusieron un restorán en la plaza, luego seguimos nosotros, los hijos de mi papá. Hace como 15 años me lo heredó mi papá y ahora siguen mis hijos, son tres las generaciones”, comienza Alfonso relatando.

“Lo curioso, empezó un tío mío pero como a los seis meses quebró. Todo se llama Hermanos Jáuregui; tengo unos primos que tienen una frutería y se llama así, otros también, a todo le poníamos ese nombre como si fuera un solo dueño, no hemos registrado la marca pero puede ser una marca registrada.

Luego se dividieron. Tú sabes que todas las familias al momento de casarse uno cambian las perspectivas de vida, empiezan los problemas.

Entonces mi papá se quedó con el restorán, un tío mío con la frutería, el otro con la abarrotera y dulcería, otro con las trocas. Hubo división y cada quien jaló para su lado. Eso fue en los setentas”.

La estafeta

¿Se hizo cargo del restaurante por gusto o por obligación?

“Me gusta porque es una herencia y es un compromiso seguir atendiéndolo. Desafortunadamente es una cochera (el local) que poco se le puede hacer para hacerlo más agradable, pero se le hicieron dos remodelaciones. La primera en el ochenta y la segunda en el 2003, y quedó a la mitad la remodelación”.

¿Cómo le hicieron para que haya durado tanto tiempo?

“Pues, creo que porque se le ha sabido adaptar a los tiempos modernos. La cultura de la comida ha ido cambiando. La gente antes comía ciertos platillos mexicanos, no cambiaba. Aparte era la época de las carnitas de cuando Tepa era conocida por eso.

Fue una época dorada, hubo restaurantes importantes, no nomás nosotros. Estaban Los Gordos que eran conocidos internacionalmente, luego seguía El Che y Los Patalares que también hacían buenas carnitas, Chicho Melano…

Eso se ha ido perdiendo en Tepa y la gente ha cambiado sus hábitos de comida. Entró el taco, el de cabeza y luego el de pastor, entró el hot dog, la hamburguesa, la pizza, llegó la comida italiana y ahora con fuerza la comida china.

Entonces verdaderamente ha crecido el mercado de la variedad de platillos. Llegó también el camarón cóctel, casi, casi que cada dos cuadras hay uno.

En los setentas no había nada de eso. Los platillos en los restaurantes era cocina mexicana, en la noche eran los pozoles, las tostadas, los tamales, tacos dorados. Había los famosos “tacos paseados”, yo digo que eran los papás de los burritos. Esos todavía siguen existiendo”.

Tiempos corteses

¿Siempre les fue bien o hubo épocas difíciles?

“En el Jáuregui, una vez se vendió mucho vino y eso nos ayudó a sobrevivir. Antes la gente se concentraba en la plaza, todo Tepa se concentraba ahí, había serenata los jueves y domingos. Había domingos que no cabía la gente en la plaza. Los muchachos arrojaban serpentinas a las muchachas, les regalaban gardenias. Todo era muy cortés.

Y no había muchos lugares a donde ir fuera del centro, los taxis estaban fuera de la parroquia, en el portal estaba el Cine Alteño. Todo el día llegaban camiones de pasajeros y fuera de los restaurantes había vitrinas con carnitas.

Tepa tuvo gente que tuvo obradores donde mataban los cerdos, la gente los llevaba ahí para matarlos, y luego ya pasaban a las empacadoras y empezaron a hacer embutidos, salchichas, queso de puerco, queso de lengua. La carne de cerdo en Tepa era una tradición y se preparaba de diferentes maneras, había lomo adobado, chuleta ahumada; nos identificaban por eso pero desafortunadamente se ha ido perdiendo esa parte de la gastronomía. Muy difícil que se recupere eso”.

¿Cómo fue el cambio de la comida tradicional a la comida internacional?

“Te vas dando cuenta en el menú lo que la gente está pidiendo y lo que no. Entonces tienes que hacer inventiva. Nosotros metimos un platillo que nos ha funcionado mucho y es el chamorro al horno, con nuestra receta, pero el restaurant El mirador fue quien lo trajo a Tepa.

Y poco a poco le fuimos quitando la comida tradicional, lo fuimos haciendo como más cocina internacional mexicana. Hoy sigue existiendo el chamorro al horno, la carne con chile, las enchiladas, lengua en salsa, consomé de pollo, etcétera”.

¿Pasaron muchos artistas o gente conocida por el restaurante?

“A los dos restoranes llega mucha gente conocida, artistas, políticos, gente pública. Se han filmado como tres o cuatro películas aquí y Jáuregui preparaba las comidas para los actores. Somos más identificables afuera que en Tepa. Nuestra clientela es pura gente de fuera, de hecho, el slogan del restorán lo puso mi papá y dice: “Restorán Hnos. Jáuregui, al servicio del viajero”.

Había como cien vendedores ambulantes, placeros y ellos llevaban las carnitas hasta el autobús porque la gente no se podía bajar... tortas y jugos”.

Menos lana

¿Y los norteños cuando vienen a Tepa gastan menos dinero ahora?

“Sí. Antes los chavos que venían de Estados Unidos traían mucho dinero, llegaban primero a agradecer al Señor de la Misericordia por haberles ido bien en el año. Antes de venir a Tepa pagaban en Estados Unidos la primera letra de un carro del año para impresionar a las muchachas, era una forma de demostrar que les iba bien. Llegaban con paquetes de dólares y a gastar sin ton ni son. Traían miles de dólares para gastarlos en quince o veinte días aunque volvieran a Estados Unidos a trabajar para juntar otra vez dinero. Todos los años hacían lo mismo.

Ahora el norteño, sale con cien o doscientos dólares y va a cambiarlos por pesos, cuando se les acaba se va a su casa y antes no, pagaban en dólares y no se medían. En todo gastaban, en los restaurantes, en las bandas, en las tiendas de ropa, compraban terrenos, de hecho ellos hicieron que se encarecieran tanto”.

¿Cómo fue la época de la Gastronómica?

“Yo diario he tenido la inquietud de seguir trabajando en el ramo. Yo tuve salón de eventos, aparte en las fiestas de septiembre y abril me dedicaba mucho a las terrazas. Desafortunadamente las últimas administraciones no nos dieron oportunidad de seguir trabajando.

Empezamos con una unión de restauranteros haciendo lo que se llamaba la Muestra Gastronómica en septiembre y la Feria Gastronómica en abril. Nos juntamos como diez restaurantes y terminé quedándome yo con todo el evento en el Núcleo de Feria fueron los últimos años que trabajé, hace cinco años.
Poníamos terrazas grandísimas donde presentábamos variedad, lo curioso es que éramos socios pero estábamos repartidos individualmente, cada quien metía sus platillos.

Se hizo ese evento para dignificar las fiestas de abril porque las terrazas eran pura cantina. Un presidente tuvo la visión de hacer algo más familiar, algo más agradable, y nos funcionó mucho ese evento. Ya era menos la juventud de pachanga y de reventón.

El concepto de las ferias gastronómica era usar productos de la región y verdaderamente nos costó mucho entrar en el mercado y hay autoridades a las que les gusta y otras no, o hay intereses de por medio creados.
La Gastronómica estaba casada con el mariachi, con el tequila, nos apoyaba mucho Pueblo Viejo, estábamos casados con la comida mexicana. Invitábamos ballets folklóricos de la región y cantantes vernáculos, llegamos a traer charros floreando la reata.

La Gastronómica empezó fuera del Auditorio Hidalgo, también estuvimos en la placita Morelos, ahí con las fuentes le daba un entorno. Ahí nos funcionó muy bien. Llegaban los norteños por la tarde y que ‘apárteme seis lugares’, ‘apárteme ocho’ y así. La gente iba a ver el castillo y saliendo de ahí iba con nosotros. Le dábamos un servicio al turismo, en abril los restoranes no daban abasto, los hoteles estaban bien llenos. La gente de Estados Unidos tiene la idea de venir y estar en el centro, no tanto de ir a la Ganadera o al Núcleo de Feria, nomás ir al Palenque y venir a la plaza a ver los juegos pirotécnicos, los castillos, la banda… recordar por dónde anduvieron cuando eran jóvenes, dónde conocieron a la novia, dónde se tomaron la primer cerveza.

Fuera de la terraza poníamos tacos, cantaritos, le dejábamos lugar a otros. Se llenaba de gente. Le dimos un concepto muy diferente a las fiestas de septiembre y de abril”.

¿En qué momento surge la idea de ampliar y hacerse cargo de El Vitral?

“Yo seguí con esa inquietud y hace como diez años le dije a la dueña de aquí que me dejara el restaurante y no me lo dejó, se lo dejó a Joel de El Che, y como él no pudo, siguió La Casona, El Italiano y luego entré yo. Soy el onceavo dueño. Aquí el tipo de cocina es internacional, como de más nivel.

Es muy cómodo, muy agradable el entorno. Desafortunadamente me ha costado trabajo levantarlo. Lo agarré yo muy caído, muy quemado. Aquí nos ha funcionado mucho el concepto de la cena romántica, es de los pocos restaurantes con cuartos privados”.

Jáuregui para rato

Volviendo al restaurantei ¿cuánto tiempo más cree que siga?

No lo sé, todo depende de los dueños del local porque es rentado. Antes nomás era un dueño y fue heredado a su vez por otro, pero ahora el actual dueño tiene cuatro hijos y si por algo decidieran vender, Jáuregui podría dejar de existir en ese lugar. Ese es el único problema. Por aquí por la plaza han pasado más de 50 cincuenta restaurantes y nosotros seguimos como el primer día.






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