Centenas de gentes se dieron cita en la plaza principal, familias enteras gozaron de esa noche y en donde el ayuntamiento repartió cinco mil tamales, padres con sus pequeños hijos cargados en el hombro, niños con sus sombreros mexicanos y jóvenes con bigotes de utilería, mientras que dentro y fuera de la ciudad los soldados, policías estatales y municipales hacían su ronda con la finalidad de evitar cualquier desaguisado, y aunque esto debería de inspirar confianza, muchas familias decidieron quedarse en casa por el temor a que sucediera algo.
Más tarde se llevó a cabo la cena de la independencia en una terraza, donde la alcaldesa Cecilia González volvió a dar el grito y un excelente mariachi y las voces de los hermanos Villalobos deleitaron a los invitados. En fin, el 15 en la noche y en la madrugada del 16, todo resultó mejor de lo esperado y no hubo algún hecho que lamentar.
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