Nadie es indispensable


Por el padre Miguel Ángel

Un discípulo deseaba ardientemente renunciar al mundo, pero afirmaba que su familia le amaba demasiado para permitirle que se fuera. -¿Amarte?, le dijo su maestro. Eso no es amor en absoluto, y te lo voy a demostrar. Entonces, llevando aparte al discípulo le reveló un secreto que le permitiría simular que estaba muerto. Al día siguiente, según todas las apariencias externas, aquel discípulo apareció como muerto, y la casa se llenó de llantos y lamentaciones de parte de sus familiares. Entonces se presentó el maestro y dijo a la desconsolada familia que él tenía poder para resucitarlo si había alguien que quisiera morir en su lugar. Y preguntó si había algún voluntario. Para sorpresa del "cadáver", todos los miembros de la familia comenzaron a aducir razones por las que debían seguir viviendo. Su propia mujer resumió los sentimientos de todos con estas palabras: -En realidad, no hay necesidad de que nadie ocupe su lugar. Ya nos las arreglaremos sin él. Dios nunca actúa así, para El somos únicos y especiales, nos ha amado y nos amará con un amor que nunca cambiará, El nunca se las arreglaría sin nosotros.

El único que sí nos ha demostrado el verdadero amor sin mentir, es Jesucristo que dio su vida por nosotros muriendo en la cruz.

Aveces nos engañamos creyendo que somos demasiado importantes y casi indispensables, pero la realidad es que estamos de paso por esta vida y después de nosotros vendrán otras personas a ocupar nuestro lugar y a realizar obras quizás mejores que las que nosotros hayamos realizado.

Por eso es necesario que sigamos el consejo de Nuestro Señor que nos dice: "Cuando hayas terminado una obra buena, en vez de llenarte de vanidad, mejor piensa que eres siervo inútil y que no has hecho sino lo que tenías que hacer".

La mejor recompensa la encontraremos en el cielo.

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