El jefe orgulloso



Por el padre Miguel Ángel

Había una vez un gran jefe que era muy orgulloso. Un día se paseaba por la ciudad y gritaba: "Soy grande. No hay nadie más grande que yo". Una anciana que lo oyó, se le acercó y le dijo: "Yo conozco a uno que es verdaderamente grande". El gran jefe se sorprendió y enojado le dijo: ¿Qué?. ¿Quién es más grande que yo? La sabía anciana dijo: "Venga a mi casa mañana y yo se lo presentaré. Muy bien, dijo el jefe.
Al día siguiente, el jefe vestido con sus mejores ropas y joyas fue a visitar a la anciana mientras se repetía por el camino. Cuando el jefe entró en la casa vio a la anciana sentada contra la pared y a un niñito gateando junto a ella.
"¿Dónde está ese gran jefe del que me hablaste ayer?" La anciana cogió en sus brazos al niño y dijo: "Este es el grande del que le hablé". Al gran jefe no le agradó este anuncio. Muy enfadado gritó a la anciana: ¿Qué es esto? No intentes engañarme. Esto no es más que un bebé. "El niño asustado por el grito súbito y poderoso comenzó a llorar.
El jefe se conmovió. No quería asustarle. Arrodillado, se quitó las plumas de águila y halcón que llevaba en el pelo acarició las mejillas del niño. Sacó la bolsa de las medicinas y las colocó debajo de su nariz. Se quitó finalmente sus collares que hicieron de sonajero a los oídos del niño. Poco a poco el niño dejó de llorar y comenzó a escuchar y mirar. La anciana sonriendo le dijo: "Se da cuenta, incluso usted el gran jefe, tuvo que dejar de hablar y cuidar del niño. En cada casa, el niño es verdaderamente grande porque incluso el jefe más grande, como usted, tiene que convertirse en el servidor de un niño. Así lo quiso el Creador. El Creador no le hizo grande para que pudiera presumir de su grandeza. El Creador le hizo grande para que usted pudiera ayudar a los que no son tan fuertes como usted"!!!.
Qué bueno sería que todos aprendamos la lección que nos deja esta pequeña historia, pues el mismo Jesucristo nos dio ejemplo cuando se arrodilló a los pies de sus apóstoles para lavárselos como era costumbre que lo hicieran los esclavos con sus amos cuando éstos llegaban cansados y empolvados después de una larga caminata.
El que quiera ser mayor debe hacerse servidor de los demás, porque quien se engrandece será humillado y quien se humilla será engrandecido.

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