Poncho, Rocío: Nuestras oraciones ahora con Ustedes.
En los
foros que la Coparmex Jóvenes Los Altos y el CUAltos organizaron en Tepa esta
semana, para que los candidatos y candidatas a alcalde y legisladores
expusieran sus ideas, aprendí lo importante que son los sentidos en el ser
humano.
Los
aspirantes, todos, se perdieron en la forma y olvidaron el fondo. Se
preocuparon por quedar bien con sus porras, con su familia, con la Rectora,
pero olvidaron a los jóvenes, a los estudiantes.
No pudimos
más que analizarlos cuando, en su rol de “expertos” en todos los temas,
hablaron por tres minutos con sus respectivos acordeones. ¡Y nos quejamos de
Peña Nieto!
Algo que
me llamó poderosamente la atención de las y los candidatos es que, se la
creyeron que deberían hablar por todo el tiempo, que debían agotarse hasta el
último segundo, y en ese afán se olvidaron de la sintáxis, de la oratoria, de
respirar y de respetar la puntuación de sus acordeones escolares.
Si fuera
examen oral, los hubiéramos reprobado, porque repitieron como loros frases
huecas llenas de cifras y de datos que nada tienen qué ver con las expectativas
del electorado: “Voy a hacer”, “Exigiré”, “Gestionaré”, verbos en futuro, pero
pocos Sustantivos.
La
pasarela de candidatas y candidatos sirvió para que todas y todos intentaran
quedar bien con María Esther Avelar, a quien le sobraron las flores, pero le
falta presupuesto.
Todos
apuntaron su metralla parlanchina hacia los “qués”, pero se olvidaron de los
“cómos.
Guapos,
guapas; ellas y ellos bien vestidos, olvidaron un pequeño detalle, en el foro,
realizado en la Universidad, olvidaron saber a quiénes les hablaban. Pasaron
por alto que los chavos de hoy consumen mucha información, breve, concisa,
puntual a través de las redes sociales. Los jóvenes de hoy (osea, los que aún
no deciden por cuál votarán el 1 de julio), están adiestrados a usar el
lenguaje breve, escriben y leen exageraciones de mensajes, dialogan con cuatro
o cinco amigos a la vez en el “face” y pueden sostener diálogos breves
con todos en un mismo instante.
Estos
candidatos no entienden a los jóvenes de hoy y
les hablan como si fueran proletariados sesenteros, obligados por
aquellos viejos sindicatos al voto corporativo, a oir y callar; a ser
acarreados y aguantar las metrallas de saliva que les lanzaban aquellos
próceres de la Patria.
Si un
candidato, mujer u hombre, no entiende el lenguaje de los jóvenes, no entiende
cómo es la comunicación hoy entre este sector, ¿cómo esperan cautivarlos?, ¿con
una gorra y una camisa?, ¿con un cargo público para su líder?, hoy nuestros
jóvenes piden más. Están hambrientos de ser escuchados, de ser atendidos. Los
jóvenes de hoy también padecen el síntoma de los candidatos, quieren hablar a
ver quién les escucha… lamentablemente no hay políticos que quieran escuchar;
nadie ahora quiere parar oreja, estamos en una torre de babel donde todos
hablamos de lo que nos importa y lo que nos interesa, sin importarnos lo que el
otro quiera, desea o aspira.
Si los
políticos de verdad quieren convencer, deben aprender a escuchar. Si ellos
también tienen dos orejas y una boca, que escuchen el doble de lo que hablan.
Por su bien… por el bien de todos.
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