Códigos



Apaguemos las sirenas del temor…

Esta semana resultó, en la percepción ciudadana, la de mayor impacto entre la población, por la inseguridad sentida, por el incremento en los robos a casa habitación y por el cansancio entre pobladores de Tepatitlán en lo que se deja sentir, como una ola de insatisfacción ante las respuestas no emitidas de la autoridad municipal en el tema de la seguridad pública.
Los códigos encendidos por las noches en las patrullas que hacen rondines, dejan la impresión (en cada vez más gente) de que sólo alertan a los rateros y les permiten allanar moradas para sustraer lo que se pueda. Y que de poco sirven para inhibir los delitos.
Las pugnas internas entre elementos de seguridad que se fueron, que se debieron ir o que les “dieron las gracias” comienzan a brotar como si fuese parte de las discusiones políticas de los regidores o los diputados. Y eso viene a agravar la percepción.
La autoridad insiste en que no hay mayor problema, que los robos a casas particulares son “cosa generalizada en muchos municipios”; como si el temor disminuyera haciéndolo democrático, como si el miedo se fuera al sumar vecinos que lo sientan.
Los ciudadanos, por su parte, también insisten en que “la cosa está complicada”. No hay palabras entre los ciudadanos de diferentes colonias de la ciudad, para describir la insatisfacción que sienten con el tema de la Seguridad Pública.
Y es que los robos a casas ya no distinguen segmentos, código postal o edad de los afectados. Cada día son más los rumores, las denuncias, las historias de “a fulanito ya también lo robaron… y cuando estaba dentro de su casa toda la familia”.
En esta espiral de psicosis, de realidad, de percepción; la autoridad debería actuar con mayor sensibilidad. A estas alturas ya deberían los regidores estar convocando a sesiones de información; los operadores municipales deberían estar ya sentando al alcalde con los sectores sociales, con los líderes, con las agrupaciones, provocando una contracorriente de opinión pública que permita a los ciudadanos “sentirse” protegidos por la autoridad, “aunque sea con discursos, aunque sólo nos escuchen”, como claman algunos.
Las alertas ya se lanzaron.
Las sirenas ya sonaron.
Los códigos se dispararon.
La autoridad tiene una magnífica oportunidad para responder a los ciudadanos sobre un tema que es fundamental para el desarrollo del pueblo.
De poco sirven el empleo, las calles, los tinacos, los pavimentos, las cobijas, las nuevas patrullas. De poco sirven si el pueblo se siente desprotegido, no escuchado, desatendido.
Los códigos de las patrullas van por las noches encendidos… ojalá los vean las autoridades, ojalá les digan algo esas luces a ellos, que tienen el poder, que tienen el deber…

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