+ El Cardenal recibió a los neosacerdotes
en el Templo Expiatorio
Este jueves 23 de mayo de 2013, fiesta
religiosa de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, el Señor Cardenal, Francisco
Robles Ortega, presidió la celebración en la que los nuevos sacerdotes que
hoy suman 46. A las 11 de la mañana la
mayoría de los sacerdotes de la Arquidiócesis ocupó el espacio solemne de este
hermoso templo de la ciudad. Ahora bellamente adornado por hermosas flores y
fresco follaje, grandes arreglos florales parecían seguir el perfil de las
grandiosas columnas, dando un toque vital a las piedras votivas de los muros.
El Señor Cardenal fue acompañado por
cuatro de los obispos auxiliares, Leopoldo González, Juan Gutiérrez, Francisco
González y J. Trinidad González, al mismo tiempo los sacerdotes recién
ordenados entraron solemnemente al inicio de la celebración. El Canónigo D.
Florentino Gómez, a nombre del Cardenal y del Presbiterio, dio la bienvenida a
los jóvenes sacerdotes. Los felicitó, porque significan esa renovación de
fuerzas en la tarea evangelizadora. Les hizo algunas recomendaciones en la
vivencia de la fraternidad y de la entrega, resaltando el servicio a los fieles
por amor a Cristo y a su Iglesia.
Uno por uno
Luego fue nombrando a los ordenados que
pasaron a la parte central del altar haciendo un gran contingente, ahí
recibieron el aplauso el reconocimiento de todos los presentes. Luego el
Cardenal continuó la Eucaristía con devoción y solemnidad.
La primera lectura, de Isaías, hacía
referencia, al Siervo elegido y protegido por Dios. El salmo proclamaba: “Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad” resaltando la disponibilidad y entrega
sacerdotal. El Evangelio recordaba la última Cena, la institución y las sentidas palabras de despedida en
Jesús.
La identidad sacerdotal. Este fue el
punto central. El sacerdote debe ser lo que es y para lo que ha sido llamado.
El Arzobispo hizo mucho hincapié en este aspecto del ser sacerdotal. Se refirió
a dos aspectos importantes. Esa identidad debe vivirse en la comunión. No se es
sacerdote para sí mismo, no se es sacerdote para sus gustos o placeres. Partiendo de la comunión con
Cristo se debe vivir en íntima comunión con el Obispo y todo el Presbiterio. El
segundo aspecto para vivir esa identidad es la misión. El sacerdote se entiendo
como el enviado a evangelizar. Es elegido para la misión. Debe seguir el
ejemplo de Jesús, “tengo que ir a otros pueblos”, seguir esa actitud a que se refiere
la parábola: “salió el Sembrador a sembrar”… salir, ir hacia los demás. Sólo
cumpliendo esa misión se es plenamente sacerdote. Solamente en la comunión y en
la misión se realiza el sacerdote. Eso es lo que da sentido a su vida en forma
plena.
Al término de la Santa Misa, mediante un
formulario preparado, todo el Presbiterio, fue repasando los distintos aspectos
de la vida sacerdotal y, al reconocer las fallas, pedía perdón por esas
deficiencias a Cristo y al pueblo católico.
Antes de retirarse los participantes
recibieron la invitación para degustar algunas frutas de la temporada, como las
famosas pitayas, guamúchiles, etc. Poco a poco se fueron dispersando para
volver a sus encomiendas pastorales.
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