La Peñita en San Diego, tradición que fundó don Saturnino

La despedida se
lleva en el alma 

+ Luego de visitar San Diego, falleció
   el Señor Cura Saturnino Covarrubias 

Por Oscar Maldonado Villalpando

El tiempo intransigente ha surcado frente a nosotros en incansables olas. A estas fechas ya son 7 años, 7 años de aquellas cosas. Fue cuando en septiembre de 2006, para el día 17 el Señor Cura Saturnino, ya enfermo, limitado de sus facultades, aceptó visitar la Peñita en la fiesta que él mismo fundara. Ya eran varios años de luchar contra la enfermedad.Como al tronco de colosal “roble” la enfermedad llegó hasta la médula, al cerebro mismo, fueron varios años de lucha. Para este tiempo otoño de 2006, don Saturnino parecía estable, era atendido en el Albergue Trinitario de Guadalajara. Hasta allá, algunos fieles de San Diego de Alejandría, lo visitaban para darle fortalece, para mostrarle gratitud.
El pueblo le debe mucho en cuanto a su labor de formación humana y cristiana, como promotor de obras sociales, como ejemplo de fortaleza por lo cual esta tierra lo recuerda con especial cariño. Ciertamente hace 7 años de su fallecimiento, pero ya habían transcurrido más de 30 años de que le fue dado otro destino a Cocula, a Totatiche y  luego a San Juan de Dios, por lo cual, puede ser que las nuevas generaciones no registren esta brillante época.
Como un ensueño se recuerda, especialmente en este tiempo de aguas, más cuando ya hay elotes y los campesinos hacen los famosos tamales, era entonces cuando don Saturnino organizaba magníficos paseos a los distintos ranchos, casi podría uno decir que el pueblo entero se trasladaba, como una familia alegre, como una familia unida a cada uno de estos paseos. Las flores, el campo, las milpas, las muchachas cantadoras, los muchachos en sus caballos. Eran grandes fiestas, fiestas alegres, fiestas sanas. Así que era querido como sacerdote en sus celebraciones y enseñanzas, al organizar el catecismo y era apreciado como líder, como guía del pueblo.

La despedida

Misteriosa y providencialmente, aceptó visitar S. Diego y La Peñita el 17 de septiembre de 2006, ya se movía en su silla de ruedas, estuvo en la misa, bendijo al pueblo entre aplausos y lágrimas, alzó sus manos en señal de adiós. Traspiraba alegría. Al día siguiente regresó a Guadalajara. Se veía normal, entre esos días salía al jardín frente al Trinitario. Sin esperarlo se presentó una complicación y el día 30 de septiembre terminaba su camino en esta tierra.
Las personas de San Diego deseaban que sus funerales fueran en este pueblo, pero como su tierra de origen era Totatiche, allá se celebró su misa. Fue presidida por Monseñor Ramiro Valdez Sánchez, quien expresó su admiración, respeto y aprecio por un sacerdote de tal linaje.

De verdad se puede considerar como lleno de signos este mes para San Diego de Alejandría para el destino de un sacerdote tan querido. El 18 dejaba San Diego de Alejandría, en su despedida, y doce días después era llamado por Dios.

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