Mazamitla colosal



El padre José R. Ramírez, el padre
Chayo, de Jalos, rescata esta historia


Hurgador de valores culturales, este distinguido alteño, el padre Chayo rescata una historia bella del Seminario y de este pueblo mágico. Esa relación puede haber influido para que la belleza de Mazamitla fuera conocida por todo México, pues eran otros tiempos y el pueblo de la sierra dormía en su quietud e inasequible serenidad. Cosa que empezó en 1941, hace 72 años, al menos.

Ha hecho un libro que incorpora los escritos de distintos seminaristas. En él sobresale el gran personaje que fue para este pueblo el señor cua José Santana García, amoroso bienhechor del pueblo y de los seminaristas.

“Bien merecería este tema la inspiración y el logrado esfuerzo de connotada pluma. Vaya al menos este esfuerzo para no dejar perder del todo el eco de aquella dulce, bucólica melodía; de la ingenua y tierna amistad nacida en un momento histórico del bello pueblo, entonces lejano y ajeno a las posteriores angustias surgidas de la fama  de la belleza que sus frescos pinares propician y la amable hospitalidad de sus moradores. Pequeña y sencilla era Mazamitla; pequeña y bella” Se dice en el prólogo.

San Diego de Alejandría presente en esta historia.

El señor cura José Santana llega a Mazamitla en 1929. En San Diego de Alejandría se gestaba otra historia, esa es la del padre J. Jesús Valadez que nació en 1909. En 1925 entró al seminario de León, pero tuvo que regresar a su tierra natal al venirse la cosa de la persecución religiosa. Un tiempo muy difícil, J. Jesús, como tantos jóvenes, tuvo que conseguir caballo y pistola y se fue con los cristeros, bajo el mando del Coronel  Toribio Valadez. Al llegar el tiempo de paz volvió al seminario en León, luego se cambió al de Guadalajara para ser ordenado en 1939 por el Cardenal Garibi. Fue destinado a Mazamitla precisamente. Y cuando empiezan las vacaciones de los seminaristas él estaba por allá, no obstante la figura protagonista de su señor cura, Él como vicario tuvo un desempeño sobresaliente. Promovió la juventud de Mazamitla, formó un grupo de teatro que actuaba en los pueblos vecinos. Compró una troca para transportarlos, en un tiempo que era inaccesible transitar en vehículo hacia la sierra. Según afirmaba el padre Juan Pérez también fue factor para conseguir la planta de luz para el pueblo, que es mencionada en el libro.

Los dos paisanos

Allá se encontraron precisamente los dos originarios de San Diego de Alejandría, J. Jesús Valadez y Juan Pérez el avispado seminarista. Éste se sintió muy feliz y muy apoyado por su coterráneo. Juan era un joven muy activo, muy buen futbolista, hasta buen tirador, pues un buen día subieron al cerro del Tigre y mató un venado, que trajo todo un drama existencial con sus superiores, especialmente frente a su prefecto el padre Salvador Quezada, de todos modos los seminaristas cenaron venado, aunque Juan Pérez no quiso probarlo por la regañada recibida.
Volviendo a la esencia de la obra. La frase Mazamitla Colosal es del padre Salvador Quezada Limón, al contemplar aquella belleza natural de la sierra. Existe la foto de esas vacaciones. Entre los alumnos Juan Pérez, los superiores son el padre Manuel de la Cueva, Salvador Rodríguez, entonces rector, señor arzobispo José Garibi Rivera, señor cura José Santana García, padre Salvador Quezada, luego obispo de Aguascalientes, y el padre Adolfo Hernández, después obispo auxiliar de Guadalajara.  
En los anales del seminario, especialmente la revista oficial Apóstol, se consignan las narraciones de los mismos seminaristas, de ahí las presenta el padre Chayo.

Algunos ejemplos

“Bajo las arcadas esbeltas de enormes pinos como en suntuosa catedral gótica, en callada procesión, un grupo de exploradores suben y bajan las verdes tortuosidades del camino: son los teólogos que gozan del día de campo en la Aragonesa. Otros grupos pasan el día en el Salto de la Manzanilla”

“¡Siempre fibra y entusiasmo! Algunos llegan al Valle de Juárez con la primera luz del día a recibir al señor Arzobispo que viene a visitarnos. Bajo una lluvia de confeti y serpentinas llega nuestro prelado a Mazamitla. Como buenos patriotas no faltamos al grito y a la velada literario musical

Estos chispazos son como un patrón en el que se desarrollará la vida, la historia de las vacaciones del seminario durante muchos años.

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