Gritaba el Tabasco:
Por Gabriela González Ontiveros
Eran las 6:50 de la tarde cuando recibí
una llamada de mi hermano que estaba en Guadalajara, me decía que si
no sabía nada acerca de un granadazo en Tepatitlán, le dije que no,
que aquí estaba todo muy tranquilo, pero aún así me pidió que
localizara a Víctor para que investigara eso, fue entonces cuándo
le hablé a mi tío y le pregunté, pero dijo que no sabía nada, que
investigaría…
A los pocos minutos llamó de nuevo mi
hermano, ésta vez era para decirme el lugar en el que él estaba
seguro habían aventado una granada, “El Pipón”, y así comenzó
una serie de llamadas de una persona a otra para buscar más
información.
Me dijo: "Por favor ve tú y checa
eso si Víctor no puede, necesito una foto del lugar, ya sé que no
te van a dejar acercarte, pero por lo menos de lejos que se vean los
policías". Bueeeno pues, ahí vamos “El Tabasco” y yo muy
decididos a buscar el lugar en el que pensábamos que ya había
pasado todo para tomar las fotos.
En el camino nos encontramos con la
hija de Tabasco, que trabaja en Protección Civil, “no vayan”
dijo, aunque al vernos tan decididos nos despidió con un ”tengan
cuidado”. Y así nos fuimos Tabasco y yo en mi carro, buscando el
lugar de los hechos. Íbamos muy tranquilos por la avenida Ricardo
Alcalá, hasta decíamos “no pues quién sabe dónde fue, hasta los
niños andan jugando en la cancha”, cuando se empiezan a escuchan
disparos, volteé a ver al Tabasco y le pregunté: “¿Oíste eso?
¡son disparos!, ¿acaso todavía siguen?”
Me quedé parada para saber de dónde
venían los truenos, cuando unos metros adelante unos muchachos que
estaban en una construcción estaban atentos a lo que ocurría más
adelante, otros vehículos iban también en esa dirección, y de un
momento a otro se escucharon no uno ni dos, sino una serie de ráfagas
de ametralladora, por lo que en cuestión de segundos los carros
empezaron a meter reversa, los jóvenes salían corriendo a
esconderse, Tabasco me gritaba, “¡métete a esa calle!, ¡vámonos
de aquí”. Parecía una película de acción.
Nos estacionamos unas calles más
arriba sobre la Avenida Carnicerito, nos bajamos, había muchas
personas afuera volteando para saber de dónde provenían los
disparos, yo le hablaba a mi hermano y le decía que la balacera
estaban en pleno apogeo y que ni de loca me iba a acercar. Tabasco
recibía llamadas informándole de lo que estaba pasando, fue así
que supimos que era por el Centro de Salud, le marqué a una amiga
enfermera que trabaja ahí, y me contestó que afuera se escuchaban
las balas sin parar, que no podían salir, que las tenían
encerradas, estaba llorando y yo trataba de tranquilizarla, pensé
“qué mala suerte, tiene dos días el Centro de Salud en ese lugar
y pasa esto”.
Después le marqué a mi tío Víctor y
me dijo “ya estoy en la gasolinera por donde están los balazos, no
puedo salir de aquí ya”. Y así vi como un convoy de carros de la
policía estatal pasaban como alma que lleva el diablo hacia el
lugar, no podía hacer yo nada más que alejarme de ahí e irme a la
oficina en el centro para estar en contacto con todos, y esperar que
se tranquilizaran las cosas, cosa que sucedió hasta 3 horas después.
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