En el
cambio de casa, salen las huellas hasta de los muebles…
En breve, lo que conocemos como “central camionera” en Tepa, será
derrumbado para construir ahí, un verdadero espacio de transporte foráneo de
personas.
Esas obras obligarán a cambiar
varias cosas en la ciudad. Ojalá el Gobierno aprovechara para meter el
acelerador para modificar usos y costumbres que ya no le sirven al pueblo.
En lo que se construyó para
ser, en los ochentas, una “Central de Abastos” y que pasó esa década como
“elefante blanco”; al sacar los camiones del centro de la ciudad, en la
administración de Rigoberto González, ese espacio fue acondicionado como
“Parador Camionero”. Luego se convirtió en oficinas municipales y también en
tianguis.
A 25 años de su función como híbrido entre el transporte y el comercio
informal, el gobierno de Jorge Eduardo está a punto de transformar no sólo la
fisonomía, sino la operación de esa zona.
Apoyado con inversionistas
privados, a través de la Asociación Público-Privada (APP), en unas semanas más
estarán iniciando con la construcción de la “Nueva Central Camionera”, lo que
obligará a cambiar de sede a las tres oficinas municipales que operan ahí.
Deberán quitar a los tianguistas y, tendrán que modificar las operaciones en el
parador de autobuses, incluidos los taxis.
Las obras podrían durar un año.
Por ello, el gobierno está pensando en usar parte del Núcleo de Feria para
enviar allá (¡Hasta que se animan!), a los tianguistas. Tal vez también envíen
a aquel lugar temporalmente a los autobuses. A los empleados municipales les
adecuarán los locales de la familia Castellanos en “La Alameda”, para que las
conviertan temporalmente en oficinas de Promoción Económica, Instituto de la
Mujer, Oportunidades, Desarrollo Rural, Proveeduría, Relaciones Exteriores y
almacen.
La obra pues, no sólo va a
darle un aspecto diferente al lugar. Servirá la construcción para retirar, de
una buena vez a los vendedores, a quienes desde hace tiempo se les ofreció
instalarles permanente en el Núcleo de Feria, con un sistema mejor de
vigilancia, transporte, comodidades que ahora no tienen.
Con esta inversión, la primera
de gran calado de este Ayuntamiento, estaremos metiendo al municipio en una
dinámica donde no son los regidores (y mucho menos los jefes de obras o
compras) quienes decidan qué hacer y cómo hacer la obra pública. Se acabarían
los diezmos y los compadres con este tipo de obras con participación privada,
porque, según las reglas de operación, la transparencia y la rendición de
cuentas es obligatoria, no opcional.
Venga pues la modernidad. Ojalá
no se metan los demonios de la avaricia en ese proyecto. Que no lo echen a
perder algunos burócratas tradicionalistas que venden miedo o siembran dudas, a
cambio de llevar mano en las decisiones que se vayan a tomar.
0 Comentarios