El movimiento magisterial contra la Reforma Educativa no tiene futuro.
El que encabeza Andrés Manuel López Obrador contra la Reforma Energética, tampoco.
O lo que es lo mismo, la izquierda radical no tiene futuro en este país. Se
quedaron en la primera mitad del Siglo XX, no se enteraron (porque no había
redes sociales tal vez) del estrepitoso fracaso del comunismo en la Unión
Soviética, de la desaparición de ésta, de la caída del Muro de Berlín, vaya ni
de lo más reciente, de la apertura en Cuba y en China. Y si no aprovecharon
para llegar al poder en México cuando la lucha de clases estaba de moda en el
mundo, menos lo conseguirán ahora, entre
otras cosas por la falta de apoyo popular, no se lo han sabido ganar, sino todo
lo contrario.
En la ciudad de México la mayoría de sus habitantes, que trabajan y por
lo tanto se tienen que desplazar diario a grandes distancias, odia a los
sedicentes maestros que con sus marchas y plantones les impiden trasladarse y
llegar a tiempo a su destino; quienes perdieron sus vuelos y por lo tanto
dinero, citas, negocios, etc. porque no pudieron llegar al aeropuerto,
quisieran incluso verlos muertos, no sólo presos, para que no salieran algún
día y volvieran a lo mismo. “Yo quisiera -me dijo un amigo del D.F. llamado
Gonzalo- que los maestros le cerraran el paso a una caravana de dos o tres
camionetas llenas de malandros armados con sus cuernos de chivo a los que fueran
persiguiendo los marinos a cierta distancia, y que no los dejaran avanzar para
que les dieran su merecido; ya me imagino la escena: ¡Ah! ¿con que no podemos
pasar? y ¡Mocos! el tumbadero de subversivos, con unos cuarenta o cincuenta que
mataran les serviría de lección a los demás”.
Así, a ese extremo llega la irritación de la gente que tiene que
trabajar y que no la dejan, especialmente los fanáticos de la Sección 22 de la
CNTE, de Oaxaca, a quienes ya no les importa la Reforma Educativa, ni dar
clases, ni si les pagan o no, “llevamos treinta años luchando -dijo uno de
ellos a la revista Proceso- y no vamos a parar ahora”. ¿Luchando por qué?,
¿contra qué?, ¿para derrocar al gobierno e instaurar una dictadura como las que
ya fracasaron en la segunda mitad del siglo pasado y principios de éste?
Y no sólo en el DF, en el resto del país igual carecen de apoyo popular.
Les falló la estrategia, si se hubieran acercado a la gente en lugar de
molestarla, quizás algo hubieran logrado. Pero un domingo hace dos semanas, además de bloquear la carretera
Xalapa-Veracruz frente a la Secretaría de Educación del Estado (nadie podía
pasar, ni en un sentido ni en otro, violando así el derecho constitucional
de todos al libre tránsito), taponaron las salidas del centro comercial Plaza
Américas sin permitirle salir a nadie. ¿Con qué derecho?, ¿qué culpa tenían los
cientos o miles de personas, clientes o paseantes que acudieron a ese lugar, de
sus problemas (de los maestros) contra el gobierno?
“Qué ganas -me dijo un amigo al que le tocó quedarse encerrado en el
estacionamiento de Plaza Américas- de mandarles a alguien cuando están en la
Plaza Lerdo y bloqueando la Enríquez frente al Palacio, a venderles unos
tamales bien sabrosos y baratos, a 3 pesos y a 2 por cinco, pero envenenados,
para que a las dos horas empezaran a caer como moscas…”
De ese tamaño es la animadversión social que se han ganado, en lugar del
apoyo que debieron haber buscado entre la gente. Y la tragedia nacional causada
por los dos huracanes que llegaron en forma simultanea al Pacífico y al Golfo,
vino a darles la puntilla.
Cuando la televisión, el internet y los medios impresos nos mostraron
las imágenes de cómo quedaron destrozadas las carreteras y obstruidos por miles
de toneladas de piedra y lodo los túneles de la Autopista del Sol en Guerrero,
y a los soldados del Ejército y a la gente del pueblo trabajando para reparar
los daños, no pocos se preguntaron ¿y dónde están los maestros de la CNTE y los
normalistas que son los principales usuarios de la autopista y que la bloquean
a cada rato para joder a los viajeros…?
No pues ahorita no aparecen, no hace falta bloquearla, la bloqueó la
naturaleza, que la limpien otros pendejos para que en cuanto esté transitable
volver a bloquearla.
¿Dónde están los maestros de Oaxaca, mientras miles y miles de
capitalinos llevan sus donativos en especie al Zócalo de la Ciudad de México,
para ayudar entre otros a los damnificados de Oaxaca? Ya se sabe dónde están…
huevoneando en el Monumento a la Revolución, desde donde organizan marchas para protestar frente a las embajadas y para
bloquear el Paseo de la Reforma y seguirles partiendo la madre a los
capitalinos que sí tienen que trabajar.
Y a propósito del Zócalo de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador
está enojado porque lo tienen ocupado como centro de acopio para reunir ayuda
para los damnificados, sospecha que es un complot para que no haga su mitin ahí
el próximo domingo contra la Reforma Energética (cuando lo tenían ocupado los
de la Sección 22 no dijo nada, hizo su mitin en el Hemiciclo a Juárez, no hubo
complot, eran cuates…).
Ah, y además culpa AMLO a Peña Nieto, a Televisa y a Milenio de la
tragedia que causaron las inundaciones y derrumbes, por no haber avisado a
tiempo que iba a llover demasiado…
Qué apoyo social puede tener alguien así, tan evidentemente
desquiciado… Sin duda algunos, o muchos
de los seguidores del Peje y de la Sección 22 de la CNTE van a terminar en la
guerrilla, al no tener ningún futuro sus movimientos, pero… ¿de que sirve una
guerrilla, también, sin apoyo social?
¿No sería mejor que despertaran y se dieran cuenta de que ya estamos en
la segunda década del Siglo XXI?
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