Por Gustavo González
Godina
En Veracruz
donde trabajo, no por mucho tiempo más, hay algunos periodistas de la infantería,
de poco seso y por lo tanto sin mucha capacidad de raciocinio, fáciles de
manipular o interesados, o fanáticos al estilo de la revista Proceso y La
Jornada (de los que no creen aún que el Chapo detenido es el Chapo Guzmán), que
siguen sosteniendo que cada vez que muere un reportero en forma violenta, su
muerte obedeció al ejercicio de su profesión u oficio, a sus escritos; son
incapaces de aceptar que pudieron haber muerto por sus problemas personales,
los mataron –sostienen- por ser periodistas y el gobierno tiene la culpa por no
cuidarlos y protegerlos.
Una excepción,
en el más reciente suceso, fue el periodista José Luis Ortega, director del
periódico Notisur en el que trabajaba el reportero asesinado Gregorio Jiménez
en Coatzacoalcos. Izquierdoso (Ortega), inteligente y culto, pero fanático, de
los que creen que existe el feminicidio y una persecución y matanza de
periodistas en Veracruz, vivió de cerca este caso (era su director), habló con
todo mundo, con los familiares, los policías, investigadores, y llegó a la
conclusión, me dijo, de que la muerte de Goyo se debió más que nada a sus
problemas personales, y no a sus escritos. Me sorprendió que rectificara su
actitud anterior, pero repito, es un tipo pensante, inteligente, quien agregó
que la prensa nacional e internacional (El País entre otros) estaban publicando
puras estupideces en relación al secuestro y asesinato de su colaborador.
Esto me movió a
redactar un comentario que publicó la revista Newsver en la que colaboro, en el
que me burlo desde el encabezado al que llamé “¡Exijo guaruras!”. Esto decía:
“Primero, mi
solidaridad para los familiares del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, que
aunque no lo fuera (periodista), nadie merece morir así, pero muchos
(periodistas o no) están dejando de existir así, levantados (secuestrados) y
ejecutados en esta vorágine de violencia que vivimos en todo el país, más en
unos estados que en otros, pero el dolor es el mismo para la familia de las víctimas.
Lo que sí merecen éstas, lo merece Goyo, es justicia, que no salgan los que ya están
detenidos y que detengan a los que faltan y les apliquen la ley.
Segundo, no
tengo certeza jurídica. No sé qué es eso pero entre otras ésta era una de las
quejas de quienes protestaban y protestan por la muerte del periodista de
Coatzacoalcos. Otra era y es la falta de garantías para ejercer esta profesión,
esto sí lo entiendo y lo comparto con todos los compañeros del gremio: ¡exijo
garantías! Y por garantías entiendo que me cuiden, quiero protección, guardias,
escoltas, guaruras, por lo menos a 15 policías armados hasta los dientes en
tres camionetas (con cinco agentes en cada una) más otra blindada para mí,
quiero que una de las patrullas vaya adelante de la mía y las otras dos atrás;
y las quiero las 24 horas, día y noche, por la noche se pueden turnar para
dormir unas horas por grupos, pero los quiero a todos afuera de mi casa; bueno,
a unos afuera, en la calle y en la banqueta, y a otros en la azotea haciendo
rondines, nomás que no pisen muy fuerte sobre mi alcoba para que me dejen
descansar.
Claro que no
soy yo el periodista más importante de Veracruz ni mucho menos, hay miles más
importantes que yo, pero las garantías no las exijo porque sea yo importante,
sino porque soy periodista, o seudoperiodista que para el caso es lo mismo, hay
muchos como yo que tampoco tienen un título universitario pero sí una pluma y
una libreta, o una grabadora, una cámara, un blog al que llaman pomposamente
portal o revista virtual y ya se sienten periodistas.
Tengo un
compadre que hizo dinero comprando y vendiendo harina de pescado, y una vez que
tuvo con qué compró un rancho en el que hay una pequeña represa que siempre
tiene agua, y además un tractor; le decía yo que con agua, dinero y tractor
cualquier pendejo es agricultor; y me contestaba: “Sí compadre, con pluma,
dinero y revista cualquier pendejo es periodista”. Así que sí, sobre todo en
Veracruz somos muchos los periodistas, y supongo que si me conceden la protección
que estoy exigiendo, todos van a querer lo mismo, de ahí para arriba. ¿Cómo le
va a hacer el gobierno? no lo sé, porque habemos más periodistas que policías,
pero es su problema, o nos protege y bien, o el gobierno tendrá la culpa por
cada periodista que maten.
¿Por qué somos
tan importantes los periodistas? tampoco lo sé, será porque somos los adalides
(jajaja) de la libertad de expresión… Porque esa es otra de las demandas cada
vez que matan a algún periodista, el derecho a la libertad de expresión. Hace
unos meses mataron y descuartizaron en Oluta a un médico, encontraron su cuerpo
en pedazos regados en un amplio territorio, es más una parte del mismo nunca
fue hallada; y poco después asesinaron a otro que yo conocía en Acayucan, a éste
a balazos, lo intentaron en dos ocasiones y lo lograron en la segunda, me
pregunto ¿por qué no protestaron todos los médicos exigiéndole garantías al
gobierno y portando pancartas con la demanda de libertad de curación?, ¿por qué
si matan a un albañil no protestan todos los albañiles exigiendo libertad de
construcción?
Y así por lo
consiguiente con todos los gremios… También a los abogados los mata la mafia,
porque no defienden bien a un capo, o porque defienden al capo rival; como a
los médicos, lo mismo los asesinan por no querer atender a un malandro herido,
que por atenderlo si se les muere. ¿No tiene la culpa el gobierno de que sean
asesinados médicos, abogados, contadores, mecánicos, bailarinas, prostitutas…? ¿Nomás
tiene la culpa cuando asesinan a un reportero, fotógrafo o periodista?, ¿nomás
a nosotros nos tiene que proteger y darnos garantías?
No pues sí que
somos importantes… Tan importantes que si se aclara un crimen o no protestamos
de todas maneras. Malo si no se aclara, y malo también si se aclara (“No les
creemos” dice la revista Proceso y ahí lo andan repitiendo como loros muchachas
descerebradas que no saben ni qué pex); si no se detiene a los asesinos, malo;
y si los detienen, también malo; se protesta primero porque no los detienen,
porque no se hace justicia; y se protesta después porque fueron detenidos,
porque se sospecha que son inocentes. La función del procurador de Justicia
(como la del secretario de Seguridad Pública o la de un director de Tránsito)
es como el oficio del cohetero, si truena el cohete le chiflan, y si no truena
también le chiflan.
Pero bueno,
para eso estamos los periodistas, por eso somos tan importantes, para exigir la
renuncia de todos los funcionarios por incompetentes, del gobernador para abajo,
cada vez que le pase algo a alguno de nosotros. Por eso quiero yo mis 15 policías
armados hasta los dientes.
Descanse en paz
Goyo Jiménez. Ya déjenlo descansar en paz…
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