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¿Cuántas historias anónimas tendremos?

 Difícilmente tomamos este espacio (o cualquier otro donde participamos) para platicar asuntos personales.

 Hoy me disculpo por tratar un tema meramente personal, me disculpo con el lector a quien no debiéramos platicarle nuestros temas particulares.

 Sin embargo, esta edición quiero agradecer, infinitamente, a los médicos, enfermeras, trabajadores sociales y vigilantes de hospitales como el Regional de Tepatitlán y el Civil de Guadalajara (el “Nuevo”).

 Obligados por la enfermedad de un hermano debimos llegar a esos espacios.

Confieso que los hospitales no me gustan, los evito a toda costa. En las últimas semanas debimos acudir por un padecimiento de mi hermano mayor y, “¡oh sorpresa!”; qué buena atención ofrecieron.

 Bajo el anonimato de un ciudadano común –como lo que somos-, pedimos apoyo a los médicos, su orientación y nos fue concedida como tal, como a cualquier otro ciudadano. No hubo peticiones especiales y entonces cruzamos el camino que un alteño común enfrenta en una enfermedad, ahí donde los apellidos no importan, donde las credenciales no se necesitan.

 Por eso me atrevo a usar este espacio, porque la atención fue auténtica, los tratamientos, los medicamentos, las atenciones ofrecidas en “El Regional” y luego en “El Nuevo Civil”, me han dejado una más que grata experiencia.

 Cada quien habla de la feria según le fue en ella; así reza el refrán y, a nosotros, nos fue muy bien.

 Desde esta humilde tribuna, le enviamos un agradecimiento a todos esos médicos, que tienen nombre y apellido, pero que no lo ponemos en estas líneas para que el Señor les premie su compromiso y sus atenciones. 

 A todos ellos, los médicos, enfermeras, del Hospital Civil y del Hospital Regional de Tepa: ¡Gracias, muchas Gracias!

 La cama 1226 del “Juan I. Menchaca” fue nuestra sede en las últimas semanas. Ahí, en ese rincón del piso 12 del Nuevo Hospital, conocimos a decenas de ángeles que a diario, a toda hora, están al pendiente de los pobres de Jalisco, buscando regresarles la salud, o acompañándoles en su camino hacia la muerte, de una manera decorosa, entregada, responsable.

 Por ello, por nuestra experiencia, muchas gracias a todo el personal de esos hospitales.

 Y una disculpa al lector, de nuevo, por usar este espacio para un asunto estrictamente particular.


 P.D. Muchas gracias a los amigos por acompañarnos en el duelo por la muerte de mi hermano mayor.

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