A Dios rogando y con el mazo dando


Por presbítero José Arturo Cruz Gutiérrez

En el horizonte no se ven nuevas oportunidades, uno puede sentirse hundido sin ganas de trabajar.

Pusimos nuestra mirada en un hecho futuro y el corazón se llenó de esperanza. Y dije: “todo va ir mejor, terminaremos nuestros estudios, tendremos un buen trabajo, nos cambiaremos de casa, saldremos anualmente de vacaciones y todo irá muy bien” Y creímos soñar, pensábamos que las cosas iban a ser diferentes, que todo iba a ir mejor. 

El hecho en el que pusimos tanta esperanza llegó, y no logramos esa mejora que anhelábamos. Tantas ilusiones, tantos sueños, tantos deseos de mejora: todo quedó esfumado en falsas promesas 

En el horizonte no se ven nuevas oportunidades. Uno, entonces, puede sentirse hundido, sin ganas de trabajar. ¿Para qué esforzarse? En lo íntimo del alma suena una vocecita humilde y discreta: "pues precisamente si aquello en lo que pusiste tanta esperanza no resultó, es ahora el momento de ponerse a trabajar, a Dios rogando y con el mazo dando”

Sí, poner esperanzas en otros, en cambios políticos, en lo imprevisible del clima, en la volubilidad de un conocido, nos lleva a desilusiones y desconciertos, pero no tiene que convertirse nunca en un motivo para cruzarse de brazos y darlo todo por perdido. 

En la vida hay muchas desilusiones y muchos reinicios, casi siempre es un terminar y un volver a iniciar. Así es la vida, siempre un volver a empezar. Nada está totalmente terminado, cuando tenemos la oportunidad de volver a empezar. El Hombre es el único animal racional, que si se lo propone puede volver a empezar, en él nada está determinado. Puede dejar su hombre viejo y puede vestirse del hombre nuevo. 

Mientras Dios me dé la oportunidad de volver a comenzar, yo comenzaré. Mientras Dios me dé vida y salud yo le echare ganas. Bien sé que mi fe y mi esperanza no deben estar puestas en los humanos. Mi fe y mi confianza deben estar puestas en Jesús, que nos dijo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” Él es el amigo que nunca falla.

Un hecho tan esperado se ha desvanecido como niebla ante el sol. Tengo unas manos, un corazón, un tiempo, unos amigos y familiares buenos  y un Dios que cuida a cada uno de sus hijos. Sólo me queda reemprender el trabajo con la mirada puesta en quien me cuida y me ama como Padre bueno y lleno de misericordia.

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