A punto de iniciar la lucha armada


Jalpa en la Revolución II

• Oscar Braniff interviene en las pláticas de paz

Por Oscar Maldonado Villalpando

Un templo muy hermoso y la presa nueva

En esta época de 1901 se intensifican los trabajos para la construcción de la presa nueva, donde don Oscar toma la dirección de tan grande empresa. Don Luis Cabrera Torres, rescata la memoria de un suceso extraordinario. Sucede que don Abundio Lara desde muy joven trabajó en el molino de trigo, pero luego por sus cualidades físicas se le llamó a trabajar en la presa, se especializó en poner cargas de dinamita para fraccionar la piedra, contaba con 23 años de edad.

Un día que don Oscar en compañía del ingeniero, venido de la ciudad de México, se acercaron a donde don Abundio colocaba un “costal de pólvora” que así le llamaban a los cartuchos, se atoró el explosivo y, muy comedidamente lleno de seguridad, el ingeniero sugirió a don Abundio que empujara el cartucho con la barra, “que al fin y al cabo no pasaba nada”, pero al hacerlo sobrevino la explosión terrible en la que el ingeniero voló destrozado, don Oscar también fue alcanzado e igualmente don Abundio, pero estos dos sobrevivieron. Fueron atendidos en un hospital de León. Muy bien atendidos sin hacer diferencia entre el patrón y el obrero. Don Abundio perdió la vista, sin embargo recibió una indemnización de la hacienda, le regalaron un terreno en el barrio del tepetate, le pagaban dos pesos con cincuenta centavos y 3 almudes de maíz por semana, equivalente a 18 litros. Así fue hasta 1956. Don Abundio murió en 1962.

Este pasaje quedó en la memoria del pueblo como algo que toca la leyenda y el misterio. Se dice que el importante empresario y, ahora próspero hacendado, ante el peligro de muerte, el riesgo de quedar ciego, invocó al Dios de doña Ma. Guadalupe, ahora el Señor de la Misericordia, prometiendo que si lograba quedar bien, le construiría el hermoso templo que era promesa e ideal de la familia Cánovas desde muchos años atrás. Por tal motivo, la imagen del Señor de la Misericordia pasó mucho tiempo en la casa de la hacienda y luego fue reinstalada en la primera capilla, hoy templo de la Virgen de Guadalupe.

La fe sencilla, la importancia del personaje, quizá se prestan para una leyenda así, pero el hecho es que don Oscar se recuperó perfectamente y que la obra del templo fue llevada adelante. Quizá con el apoyo de la hacienda, pero ciertamente por el celo apostólico de los capellanes. Así, el 19 de septiembre de 1908 se celebra la primera misa en el templo nuevo por el padre Darío Gutiérrez, bajo el patrocinio de la familia Braniff Cánovas.

Don Oscar es portavoz de don Porfirio

Cambiamos de escenario y nos vamos al norte de México, a la frontera. En marzo de 1911, la lucha armada está por iniciar de Casa Grandes a Ciudad Juárez, don Francisco I. Madero con todos los grandes generales está por marchar sobre la ciudad. Es cuando viene la propuesta de pláticas de paz, entre la Revolución y una embajada nombrada por don Porfirio Díaz. Por lo mencionado en la carta, el Señor Oscar Braniff, por su propia cuenta ya intentaba dialogar con los revolucionarios. 

Son tres los comisionados del Gobierno.

Así dice la carta enviada al Licenciado don Francisco Carbajal por el hombre fuerte de don Porfirio José Yves Limantour, el 27 de abril de 1911, justo un mes antes de la renuncia y final del porfiriato:

“El C. Presidente de la República, se ha servido designar, para que conforme a las instrucciones que se le han dado y las que en lo sucesivo se le comuniquen, proceda usted a discutir y convenir con el señor don Francisco I Madero, Jefe de la Revolución, o con los representantes que él nombre, las bases con arreglo a las cuales debe cesar el estado revolucionario y restablecer el orden en el país.

En el desempeño de esta Comisión, usted podrá utilizar los servicios de los Señores, don Toribio Esquivel Obregón y don Oscar Braniff, quienes espontánea y desinteresadamente han intervenido de esa manera oficiosa en los preliminares de estas negociaciones de paz”.

Firma J. Y. Limantour.

México, 27 de abril de 1911.

Es el Secretario de Hacienda y Crédito Público.

Por lo que dice el texto, don Oscar Braniff está en el ojo del huracán, seguramente defendiendo sus intereses, los de Jalpa y los de muchos potentados de México.

Este es el primer capítulo de un drama que continuará intensamente hasta 1914, en el escenario de la república, y para los Braniff hasta 1930, por el destierro que les mereció este encuentro con los grandes jefes de la Revolución. Hemos de seguir luego el hilo de esta historia en la que luego, físicamente Jalpa será visitada por los revolucionarios como venganza a la representación que realizó don Oscar de parte de don Porfirio.

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