Los inocentes, disfrazados de diversos animalitos de la selva, le dieron esa alegría única a sus padres, que embelesados miraban a sus pequeños bailar y divertirse, mientras que al fondo en el lugar opuesto en donde los niños bailaban, su maestras brincaban para que siguieran el ritmo de ellas, aunque la verdad, poco caso les hacían.
Bonita fiesta y un bello evento para guardarlo en el baúl de los recuerdos.
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