Políticos sinvergüenzas




No digo que todos lo sean. Ni siquiera es noticia que la mayoría de los políticos en nuestro país sean sinvergüenzas, pero yo no escribo aquí para dar noticias, sino para decir lo que siento y para opinar, y esta vez opino que muchos no tienen madre…

He dicho -en broma- en alguna ocasión, que lo único que no le agradezco a mi padre es que me haya enseñado a trabajar, si en lugar de ello me hubiera enseñado a robar, habría sido yo político y no estaría como estoy ahora, como todos, o como la mayoría, esperando el día de quincena para cobrar un salario, que muchas veces ya está comprometido.

He contado que cuando era yo joven y comenzaba en esto del periodismo, me invitó el licenciado Raúl Ramos Vicarte, en ese tiempo presidente del Comité Municipal del PRI en el Puerto de Veracruz, a que le ayudara como secretario de Prensa y Propaganda de dicho organismo, le dije que no, que gracias, que la política no era para mí. Insistió y obtuvo la misma respuesta, y tanto se empeñó que hasta me llevó una credencial de su partido en la que aparecía mi nombre con ese cargo, pero… mi padre me enseñó a trabajar. Nunca lo ejercí, ni siquiera me consideré militante del PRI.

Tiempo después me arrepentí, cuando supe que Ramos Vicarte había sido ya alcalde de Boca del Río, diputado local, dirigente estatal del PRI, subsecretario de Gobierno… pensé “si me le hubiera pegado a Raúl cuando me invitó al partido, a estas alturas ya habría sido yo por lo menos diputado federal y estaría hinchado de lana de tanto robar, pero… mi papá me enseñó a trabajar”.

Tampoco estoy diciendo con esto que todos los políticos sean unos ladrones y además sinvergüenzas algunos. He conocido a varios que salieron del cargo más pobres que cuando entraron, uno de ellos fue mi amigo Ramón Roca Morteo, quien es considerado hasta la fecha uno de los mejores alcaldes que haya tenido Acayucan en el sur de Veracruz, no se robó ni un centavo. Es un hombre culto, educado, honrado y sabio, porque además sabe casi de todo, de gallos de pelea, de la cría de ovejas, de apicultura, del cultivo de árboles frutales, de política por supuesto, de historia (le conozco por lo menos un libro de su autoría) y es por lo tanto un gran conversador con el que da gusto platicar. Y agudo, en una ocasión le pregunté, ya en confianza, algo que no me hubiera atrevido a hacer años atrás: Oiga Don Ramón, ¿es cierto que usted se transforma y se vuelve un energúmeno cuando bebe alcohol?, a lo que simplemente me contestó: “Invítame unos tragos y lo averiguas”. Debo decir que yo nunca jamás lo vi alcoholizado, pero esto debe ser como aquel que basta con que mate un perro, aunque sea en forma accidental, para que en lo sucesivo le llamen “El Mataperros”, quizás alguna vez se puso rijoso con unos tragos y eso bastó para que después alguien me contara de ese incidente como una costumbre. Yo lo conocí siempre sobrio, respetuoso, inteligente y honrado a carta cabal.

Otro que también fue alcalde de la misma ciudad y municipio (que murió hace unas semanas y que seguramente estará descansando en paz porque fue un hombre bueno), se llamó don Calixto Patraca Ramón, Tío Cali, quien en 1988 me vendió su auto, un Ford Maverick 77, impecable, y barato además, para completar lo que le faltaba para costear su campaña. Ganó, entró pobre a la presidencia municipal y salió más pobre aún, porque ponía de su bolsa (tenía una refaccionaria) para resolver a veces algunos problemas de la gente más necesitada. Lo visité en un par de ocasiones veinte años después, ya viejo y enfermo el hombre, y me honraba, mucho, que me considerara su amigo. Parecía presumirlo, les decía a otras personas que Él había sido mi amigo desde antes de ser alcalde, y que lo seguiría siendo hasta que Dios lo llamara a cuentas (se siente cañón eso).

Los dos anteriores eran priístas, pero tuve y tengo aquí en Jalisco, concretamente en Zapotlanejo un amigo panista llamado Raúl Cano Flores, que fue candidato por su partido y presidente municipal de su pueblo, muy honrado también, su pasión era y es el futbol, y siempre me invitaba a verlo jugar (nunca fui), tentándome con que al terminar el partido venía lo que Él llamaba el Chupe Time. Y otra vez en Acayucan vive actualmente, espero que por muchos años más, otro que fue un buen alcalde de ese municipio, éste por el PRD, el doctor Radamés Trejo González, quien ha ayudado a llegar a este mundo a infinidad de chamacos, hoy adultos, profesionales algunos, y muchas veces sin cobrar. No es un médico mercenario como hay tantos, hasta los medicamentos le regala a la gente a veces cuando alguien no tiene ni para pagar la consulta. Es el anestesiólogo de más prestigio en la región, inteligente, valiente y honrado, los acayuqueños lo recuerdan también como uno de los mejores alcaldes.

Así que esto de la honradez y su contraparte, la ratería y la sinvergüenzada, no es cosa de partidos políticos, sino de personas. Por desgracia los primeros son los menos, los segundos abundan.

Le platico a usted de un tal Renato Tronco, de Las Choapas (más al sur de Veracruz), que siendo diputado local se enojó porque no apoyó el PRI a su hermano como candidato a la alcaldía, y amenazó con dejar la curul y al partido (a la diputación no hacía falta que renunciara, nunca asiste a las sesiones), y hasta prometió dejar a un pelele en su lugar, pero pasados un par de meses dijo que siempre no, que prefería conservar el hueso. Si tuviera un mínimo de vergüenza, asistiría por lo menos a las sesiones en la Legislatura.

Y donde quiera se cuecen habas. Ahí está también el ex alcalde de San Blas, Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva, que al ser interrogado en entrevista de prensa acerca de si había robado en la alcaldía, con todo cinismo contestó: “Sí robé, pero poquito”. Fue un escándalo nacional tanto descaro y falta de vergüenza, pero bastó con que le hiciera una entrevista Adela Micha en Televisa (pagada, estoy seguro), para que limpiara su nombre, se lanzara de candidato nuevamente (ahora como independiente) y ganara otra vez. Cada pueblo, dicen, tiene el gobierno que se merece.

Y para no ir muy lejos en la ciudad de Xalapa (donde vivo) está otro diputado de nombre Adolfo Ramírez Arana, quien no conforme con el hueso que tiene quiere ser también dirigente de la CNC, dijo que no están reñidas una cosa con la otra, y que además “el hueso de la Confederación no tiene mucho que se le pueda roer”.

Recordé sólo a tres sinvergüenzas, los que más han dado de qué hablar últimamente, pero hay muchos y a todos los niveles, desde simples gatos, directores municipales, regidores, alcaldes y alcaldesas, legisladores locales, y hasta coordinadores de bancada en el Senado y en la Cámara de Diputados, pederastas y ladrones, corruptos y expertos en los novedosos moches. ¿Es el gobierno que nos merecemos? Sin duda…

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