Significado de un sacerdote nuevo


Un nuevo susurro de Dios

Por Oscar Maldonado Villalpando

Dios sigue entre nosotros. Sigue en cada obispo, en cada sacerdote, en cada cristiano que vive a fondo el Evangelio. Siegue su cariño, en la lluvia y el sol, en el pan y en el hogar, en cada niño que nace y en la fidelidad de unos esposos que se aman intensamente.

Dios no se cansa de amarnos, de buscarnos, de caminar a nuestro lado. Es verdad que a veces el mal parece tan grande que nos olvidamos de su amor, que pensamos en su silencio como si fuese debilidad o impotencia, pero no calla, responde a nuestra oración de súplica. Susurra que nos ama, para siempre, cuando un joven dice sí a Cristo, cuando un obispo consagra a un nuevo sacerdote. Cada sacerdote es un mensaje de Dios, un grito que nos recuerda lo mucho que nos ama. Y esos gritos son miles, aunque no aparezca en la prensa. Esos jóvenes o adultos que se ofrecen, que se entregan, que se dejan tocar por el Espíritu Santo, nos recuerdan un Amor eterno, inmutable, respetuoso de un Padre que suplica que volvamos.

Con sus manos, estos nuevos sacerdotes, llevarán la Eucaristía a tantos rincones del planeta. Prestarán sus labios a Cristo para repetir, con una emoción profunda, “yo te absuelvo de tus pecados”. Ungirán con sus dedos a los enfermos o juntarán las manos de quienes se prometen amor hasta la muerte en el matrimonio.

Dios habla, grita exhorta, anima o reprende, a través de las palabras de cada sacerdote. Frente a los males del mundo, frente al misterio de la aguerra, frente al drama de la injusticia o  del abandono, frente al hambre, el aborto y el odio, Dios vuelve a enviar sus mensajeros.

Cada joven que se ordena se deja invitar, como Pedro, a caminar sobre las aguas. Tendrá miedo, temblará ante lo que empieza. Alguno, tal vez, no será digno, quedará herido en el camino. No importa. Dios está a su lado. Desde su corazón y desde su vida, también Dios besará las heridas delos hombres, aliviará sus dolores y curará, como buen samaritano, corazones que han apagado la esperanza y han perdido el norte de sus vidas.

Querido Padre Francisco Valentín:

La comunidad parroquial del Señor de los Milagros, te da la bienvenida y desea que puedas vivir entre nosotros como cristiano, Sacerdote, Padre y Amigo de todos.

Sabemos que estar en esta parroquia te resultará un trabajo arduo y fatigoso, sin embargo estamos maduros para acompañarte y trabajar pastoralmente juntos.

Haremos oración por ti, caminaremos a tu lado, nos dejaremos ayudar por ti. Podremos ver  en tus ojos la mirada de Cristo, nos dará fuerza para seguir adelante, como Iglesia, como Pueblo de Dios, hacia el encuentro definitivo, eterno y venturoso con el amor de Dios.

(Original del P. Bernardo Pascual)
José Hernández. A.N.M

De parte de los jóvenes

Padre Francisco:

La comunidad del Señor de los Milagros le damos la más cordial bienvenida a nuestra parroquia, deseando que su estancia entre nosotros le sea grata y gratificante.

Sabemos de su Sí radical al llamado que Dios le hace para evangelizar con amor a sus hermanos y con sentido de caridad a todos los que pertenecemos a esta localidad.

Buscaremos que la convivencia sea fraterna, de comunicación y de obediencia hacia su persona en todo aquello que nos lleve a buscar juntos el anuncio del Evangelio a todos y todas.

Jesús llamó a los discípulos personalmente, uno por uno, a su seguimiento, y formó con ellos un grupo al que luego se añadieron otros, hasta construir una comunidad: la comunidad de Jesús. Lc. 8, 1-3.

Queremos celebrar nuestra fe en comunidad, en equipo con usted.

Angélica González. Grupo Juvenil.

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