A los pies de Judas


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

San Francisco de Borja dice: “Un día pensaba: Yo quisiera colocarme en el sitio más bajo y humillante del mundo. ¿Cuál será?Y se me ocurrió: El sitio más humillantes del mundo es a los pies de Judas. Y quise arrodillarme allí, pero no pude hacerlo, porque ahí estaba Jesús de rodillas lavándoles los pies”.

En las casas había un esclavo o un criado en la puerta, con una vasija llena de agua y una toalla para lavar los pies a los invitados, pues los caminos era muy llenos de barro o de polvo y todos usaban sandalias que no favorecían casi los pues del polvo o del barro. Pero Jesús y los apóstoles no tenían esclavos ni criados. Así que aquella noche ese oficio lo hizo El Hijo de Dios.

Cuando nos sintamos inclinados a exigir un alto puesto para que brilla nuestro prestigio y sobresalgan nuestros méritos, volvamos la vista hacia el Hijo de Dios, ceñido con una toalla y arrodillado ante campesino polvoriento para lavarles los pies. Y tratemos de aprender la lección.

En estos tiempos de tanta vanidad y tanto deseo de que se nos tome en cuenta, es necesario que volvamos nuestra mirada al cenáculo, la sala del segundo piso de aquella cara de Jerusalén, donde Jesucristo lavó los pies de sus apóstoles.

El Maestro se arrodilla ante sus discípulos ocupando el lugar de los esclavos para darnos una gran lección, no solo con palabras, sino con hechos de que “El que quiera ser importante ante Dios, tiene que servir a todos, porque el que se humilla será engrandecido y el que se engrandece será humillado”.

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