Embestidas



Ya no es lo duro, sino lo tupido…

Solo le pido a Dios 
que el dolor no me sea indiferente, 
que la reseca 
muerta no me encuentre 
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente. 
Sólo le pido a Dios 
que lo injusto no me sea indiferente, 
que no me abofeteen la otra mejilla 
después que una garra me araño esta suerte. 
Sólo le pido a Dios 
que la guerra no me sea indiferente, 
es un monstruo grande y pisa fuerte 
toda la pobre inocencia de la gente. 

Así cantaba Mercedes Sosa. Así debemos hoy en día, cantar los tepatitlenses.

 Pareciera que ya nos comenzamos a “acostumbrar” a la nota roja, a la crónica policíaca y no, no es correcto, no debemos ser indiferentes.

 Algo está mal y algo no estamos haciendo bien.

 Ni las ejecuciones, ni los suicidios, ni la violencia intrafamiliar, ni el abandono de los ancianos, ni los bajos salarios, ni la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, ni los excesivos gastos de los políticos, ni las obras malhechas y carísimas. No, nada de eso es normal, ni natural.

 Algo debemos hacer y ya, si queremos detener esa vorágine en la que ya nos hemos metido los tepatitlenses.

 Podemos culpar a la autoridad por opaca y tranza y, luego, cruzar los brazos.

Podemos también señalar al acaudalado por no compartir sus posibilidades, pero no podremos convertirnos en “Robin Hood” modernos.

 Podemos comprar periódicos y seguir hablando de las balaceras, de los decapitados, de los policías muertos, de las niñas colgadas, de los adolescentes usando focos y tachas, pero hablar del tema no lo soluciona. Ponerle sazón al chismecillo no está dando soluciones.

 Entontar la canción de Mercedes Sosa, tampoco será la solución.

 Si algo nos toca hacer, a los columnistas, es, para empezar, compartir con la comunidad nuestro desacuerdo en el nivel enfermizo al que estamos llevando a nuestra sociedad.

 Como dice la frase del portal de Facebook del Noticiero Al Aire: Información, Conciencia y Decisión. Ojalá en ese orden vayamos caminando para detener, cortar este flagelo que nos quita la tranquilidad, nos roba la serenidad y nos preocupa… es hora de ocuparnos.

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