Donde duerme el agua nace un gran templo


Por Oscar Maldonado Villalpando

¿Quién iba a pensar que en ese paraje que forma una pequeña depresión que se ubica a corta distancia del pueblo hacia San Diego de Alejandría, a donde parecen confluir las corrientes de la Mesita, el Travesaño, la Loma y donde el agua hacia un compás de espera hacia la presa de San Pablo, iba a surgir un templo como incomparable emblema de una época, de la Cristera y de los Santos mártires como San Julio?

Alguien podrá decir que es un sueño, que es un ideal, pero el sueño ya está siendo realidad, se están desplantando los enormes castillos de acero que son visibles desde la carretera que pasa a unos 50 metros.

“Todo terreno tiene cualidades y defectos” dice el arquitecto Juvenal Ramírez  Guzmán, encargado de dirigir este gran proyecto. Y en este caso ya se ha hecho todo lo necesario para establecer la cimentación de la obra, superando los retos que ello impone.

Razón, motivo y circunstancia

San Julián, el P. Julio Álvarez y la Cristera forman un todo significativo.

El mártir nace en Guadalajara el 20 de diciembre de 1866. Es bautizado en la parroquia de San José de Analco. Ingresa al Seminario y recibe la ordenación sacerdotal el 2 de diciembre de 1894. Luego de su cantamisa es destinado como capellán de Michoacanejo, de la parroquia de Teocaltiche, el 10 de diciembre de 1894, donde ejerce un fecundo ministerio sacerdotal.

En esto se da la circunstancia de la Cristera el 1 de enero de 1927, los superiores eclesiásticos dieron la posibilidad a los sacerdotes de buscar protección, especialmente en el extranjero, el P. Julio se quedó con su rebaño ejerciendo su ministerio entre grandes peligros.

La Guerra de San Julián

Los pueblos de los Altos cercanos a San Julián, San Diego de Alejandría y Jalpa de Cánovas se constituyen en un ejército cristero muy importante. Realizan acciones temerarias como la toma de San Francisco del Rincón en dos oportunidades, esto hizo que fueran muy tomados en cuenta por el comando federal y por ello el 14 de marzo de 1927 llegó a San Julián el General Espiridión Rodríguez Escobar, con una tropa muy selecta, eran las Guardias Presidenciales, con la misión determinante y específica de sofocar enteramente el movimiento y especialmente derrotar al cabecilla que ya empezaba a tomar una grande fama, Victoriano Ramírez, El Catorce. “La Guerra de San Julián, de verla daba pavor” dice el corrido.

Ese día no estaba todo el Regimiento cristero en San Julián, sólo un escuadrón, capitaneado por Victoriano, El Catorce. En el cerro, entre San Diego y Jalpa, estaba el General Cristero Miguel Hernández, de San Julián, sus subalternos Toribio Valadez de San Diego y Víctor López por Jalpa.

Muy temprano inició la toma de San Julián. El Catorce y su gente resistían valientemente, pero el parque escaseaba, la victoria federal parecía inminente. Pero ya habían salido correos para pedir auxilio a don Miguel Hernández y su gente. Se temía la capitulación de la plaza, pero por el oriente se dibujaron nubes de polvo. Los federales pensaron que era “El Negro Amaro”, los recién llegados formularon el sitio sobre sitio, y los federales sufrieron una tremenda derrota, Rodríguez Escobar pudo huir hacia Lagos en forma milagrosa. Un hecho sonado y  muy doloroso para las fuerzas gobiernistas.

En Michoacanejo

El P. Julio fue aprehendido el 26 de marzo de 1927, a 12 días del mencionado combate. Fue tomado como un trofeo de venganza, conducido por León en un camión militar, precisamente pisó tierra de San Julián a unos metros de donde hoy será su templo. Las gentes conservan esa tradición, en el camino viejo lo bajaron, antes de cruzar el puente de la presa de San Pablo, ahí lo condujeron jalándolo con un caballo hasta la esquina donde fue martirizado, calle Narciso Elizondo  y San Julio, a una cuadra del templo parroquial. Cerca de donde fue bajado había una vivienda y dicen que esa familia de apellido Carpio contempló la dolorosa escena.

Esta es una razón más que anima la construcción de este gran templo a San Julio ya visible, ya tangible.

-La primera razón es la piedad, la fe y la gratitud de un pueblo por este mártir.

-También se enaltecer los valores de esta tierra, afianzar sus identidad, su historia.

-Fomentar el turismo religioso. 

-Acrecentar el espíritu progresista de este pueblo.

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