¡Fueron abatidos!




Hace un par de semanas -a media mañana- tocaron a la puerta de mi casa. Bueno, a la puerta de la casa donde vivo, porque no es mía. Casi nunca abro, porque a la puerta de esa casa toca cualquier cantidad de personas: el casero, vendedores, limosneros, vigilantes (dizque), muchas que quieren informes sobre los departamentos que hay atrás (ya les puse un cartel diciendo que ahí no se informa ni madre, pero les vale ídem); a los Testigos de Jehová ya me cansé de decirles que no me interesa escuchar la palabra, pero también les vale madre y por lo menos dos veces por semana siguen llegando a tocar, por eso casi nunca le abro a nadie.

Pero como hago siempre, esta vez igual me asomé por una ventana y vi que eran dos hombres con un uniforme color caqui que no logré identificar, así que abrí y en cuanto lo hice me dijo uno de ellos: “Buenos días, venimos abatiendo…” ¡Ay güey! -lo interrumpí, se rió, pensé que ya se me había llegado la hora, y el hombre continuó-: “…andamos realizando una campaña de abatimiento del mosquito transmisor del dengue…” Buscaban -dijo- cacharros, llantas o cualquier cosa que pudiera servir como depósito para el agua de lluvia, donde pone sus huevos el bicho, que luego se convierten en larvas y finalmente en zancudos, que como pueden ser de los simplemente latosos pero inofensivos, pueden serlo también de los que transmiten el dengue y hay que abatirlos.

Yo me asusté porque se ha puesto de moda abatir también a las personas. Por esos días se hablaba en todos los noticieros y en casi todos los medios impresos (en los portales de internet ya ni se diga) de la consignación de algunos militares, primero de ocho y luego sólo de tres, que serán juzgados por homicidio por haber abatido -según ellos en un enfrentamiento-, o por haber fusilado, asesinado -según la PGR- a 22 presuntos delincuentes en Tlatlaya, Estado de México. Y recordé al instante también la doble advertencia del gobernador de Veracruz Javier Duarte, de que los delincuentes serían abatidos. Yo no soy delincuente, pero el hombre de caqui me dijo que andaban abatiendo…

Hace un par de meses y con el encabezado “Mátenlos en caliente” dije aquí que había un cambio de estrategia. “No más presos, no más alimentar y engordar a delincuentes del crimen organizado… Parece que eso se acabó en Veracruz (y en otras partes del país). Salen más baratas las balas que mantener en la prisión a esos desgraciados”.

Preguntaba entonces ¿qué tan legal sería darles muerte (abatirlos dice el gobierno) durante un “enfrentamiento”, real o supuesto?, “supongo que ni mucho ni poco -dije- , simplemente no es legal. ¿Qué tan justo es?, creo que casi todos estamos de acuerdo en que es eso lo que se debe hacer, exterminarlos si fuera posible. El problema es que justicia y legalidad no son lo mismo, lo justo no siempre es legal y viceversa. Sin embargo y por lo pronto la orden parece ser: “Mátenlos en caliente”. Y los están matando…”

Eso a propósito de lo que me pareció una declaración poco afortunada del gobernador de Veracruz: “Lo dijo el gobernador Javier Duarte en dos ocasiones –apuntamos entonces-, la primera hace algunas semanas cuando advirtió públicamente: “En Veracruz los delincuentes serán enfrentados y aprehendidos, y si se resisten serán abatidos (es decir, los mataremos)”, creo que no debió decir eso… pudo haberlo pensado, y hasta ordenado tal vez, pero no reconocerlo o advertirlo públicamente.”

Bueno pues ahí está. Dijimos en esa columna también que “La agencia AP publicó que las 22 personas que fueron abatidas en una bodega en el Estado de México, en un supuesto enfrentamiento con soldados del Ejército, en realidad fueron fusiladas, o algunas de ellas al menos, había impactos de bala y sangre a su alrededor en la pared, a la altura del pecho de una persona. O sea que ésta parece ser la nueva estrategia: ¡Piso! ¡Mátenlos en caliente!”

Terminamos ese comentario insistiendo en que “a la mayoría esto nos parece bien, por tanto daño que le hacen a la población quienes se dedican al crimen organizado, el problema es que se incurre en la ilegalidad… y algún día podrían tener que responder ante la justicia quienes han dado esta orden”.

Y no tuvimos que esperar mucho por la respuesta, van a ser procesados y muy probablemente sentenciados por homicidio tres militares (que se me hacen pocos, sospecho que el número debió ser negociado al más alto nivel, así como las circunstancias en las que pagarán su sentencia, el tiempo, la forma, etc.), que en realidad lo único que hicieron fue obedecer órdenes, no actuaron por su cuenta, los soldados siempre obedecen órdenes, no debería ser así pero así es. Y quien les dio la orden de disparar contra quienes al parecer ya se habían rendido y depuesto las armas, es decir, quien les ordenó llevar a cabo esa ejecución extrajudicial y por lo tanto ilegal, es muy probable que también haya recibido órdenes en ese sentido de algún mando superior; y de ser así el asunto no va a terminar ahí, con el enjuiciamiento de tres soldados, tendrá que caer por lo menos un suboficial, si no es que un oficial, de capitán para arriba. Alguien más se tendrá que sacrificar…

Esto tiene muy nervioso al Ejército, incluso se anunció una marcha en defensa de los militares detenidos que estuvo siendo convocada por otros militares. En mensajes publicados en Facebook y Twitter con el hashtag #yosoy26 llamaban a solidarizarse con los uniformados el sábado 11 de octubre en una marcha que iría del Zócalo a Los Pinos. Los textos en las redes sociales señalaban que el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, traicionó a los efectivos al enjuiciarlos.

Finalmente no marcharon militares, sólo familiares de estos, pero el sólo hecho de convocar a los militares a marchar en protesta contra sus más altos mandos, incluyendo al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas que es el Presidente de la República, a mí me pareció preocupante y trajo a mi memoria las dictaduras militares en Sudamérica de hace apenas dos o tres décadas.

Eso a nivel federal. En Veracruz recientemente se encontraron una serie de fosas clandestinas con un número indeterminado de cadáveres, primero en el municipio de Cosamaloapan y luego en Tatahuicapan. En el primer caso se dijo que todos eran malandros en vida; en el segundo, de dos de los cuerpos que fueron identificados, se dijo que cuando desaparecieron fue porque se los llevó la policía. ¡Cuidado!, como dijo Mariano Rajoy en España respecto al referéndum que les negó el Tribunal Constitucional a los catalanes: Todo dentro de la ley, fuera de la ley nada.

Nos guste o no, es la ley. Se puede cambiar, pero mientras esto no ocurra no queda más que acatarla. Ya lo decían los antiguos romanos cuando decidieron poner por escrito sus reglas: Dura lex sed lex: la ley es dura, pero es la ley.

Aunque a lo mejor sirvió de algo esa sonada ejecución extrajudicial, como para negociar con Héctor Beltrán Leyva y con Vicente Carrillo Fuentes: “Te entregas o te matamos”. ¿O qué… fue pura suerte que anduvieran solos y que no hubiera necesidad de disparar ni un solo tiro? Puede ser… la misma suerte que ha acompañado a este gobierno en las capturas de Joaquín “el Chapo” Guzmán y Miguel Angel Treviño Morales. Aunque necesitará más que suerte para aplacar la ira por la masacre de Ayotzinapa…

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