Atrancar


En las derrotas también se conocen a los enemigos…

 Ahora que retomó su lugar, ya sin las prisas ni las presiones de la grilla interna de su partido, a Jorge Eduardo González Arana le quedará tiempo –y elementos- suficientes para poner orden en la Administración Municipal.

 Los resultados internos panistas de principios de Febrero, que no le favorecieron con la nominación, le traen al municipio algo mejor: que el alcalde concluya su periodo completo como se lo ganó en la pasada elección.

Tendremos pues, un presidente de tiempo completo que termine su trienio. Y es que hace por lo menos 15 años no ocurría eso. Tepatitlán ha tenido 17 años de interinatos. Ramón González dejó a Demetrio Tejeda. Enrique Navarro sí estuvo sus tres años. Vino Leonardo García y dejó a Susana Jaime; luego el Profe Raúl Alcalá murió a 7 meses de tomar protesta desde su cama; dejaron a Miguel Franco; volvió el PRI con Cecilia González y su periodo lo terminó Jorge Luis Rodríguez, con un intermedio de Alejandro González.

 Así las cosas, los políticos en Tepa, de todos los partidos, han pensado desde el año 1998 en brincar a otras posiciones. ¿Y Tepa? Al carajo, que lo importante es el siguiente hueso.

 Por ello el municipio no avanza, no camina, no se consolida, porque no hay líder, porque tampoco hay proyecto. Porque cada año y medio, máximo, cada dos años, se reinventa, pues cada alcalde –constitucional, interino, substituto- ha tenido su forma de atender el despacho, pero no al municipio.

 Ahora Jorge Eduardo tiene en sus manos el control, no sólo para poner orden en el fragmentado Partido Acción Nacional, sino también en el Ayuntamiento. Ya no hay presiones para las internas, ya se repartió lo que había que repartir. Ahora sí podrá ejercer su poder y, esperamos, que por los siete meses que restan, ahora ya más liberado de las corrientes internas panistas, Jorge se decida a exigir cuentas a sus subordinados.

 Aquél que no cumpla, que no esté conforme, que no atienda a la comunidad, que se vaya o que deje su cargo. Jorge Eduardo, al no conseguir la nominación a diputado federal, consiguió algo que no se había dado cuenta: autonomía para ejercer el poder, como líder de un nuevo grupo, en Tepa y en el Distrito.

 Ahora se podrá dedicar a cabildear con sus regidores, con los de “oposición”; a sostener encuentros con funcionarios de su equipo, o con los “contras”; Jorge no le debe nada ya a los panistas, quienes están con él, lo han estado desde la pasada campaña. Los que no, ya lo dejaron en claro, optaron por Paty, por Elías, no por él y eso, desde la óptica simplista lo debilitó, pero desde la perspectiva de la política real, le allana el camino para ir por el control del PAN. Si está o no en sus planes, sólo él lo sabe, pero ahí tiene la oportunidad.

 Y desde Presidencia puede operar la reconstrucción de su partido, pues ahí las cosas quedaron mal, rotas, débiles, sangrantes.

 Jorge conoce a su partido, fue su líder; ya obtuvo lo que podría obtener de la militancia, ya es alcalde y, a como pintan las cosas entre los blanquiazules, podría figurar como líder de una nueva generación. Si lo hace o no, también, sólo él lo sabe.

 Para Jorge pudo ser mala la derrota interna, para su Administración puede ser una gran oportunidad, para cerrar con solidez proyectos muy anhelados, como el Acueducto, como el circuito interior, como las obras que se le negaron como la Central Camionera, el Teatro, el mercado de Abastos, el Centro Deportivo de Alto rendimiento.

Estos temas y otros están en sus manos. Ya veremos qué resuelve y cómo los resuelve.

Por lo pronto, tendremos presidente de tres años, costumbre que habíamos perdido los tepatitlenses.

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