Nadie sabe lo que tiene… hasta que lo cuenta
No hay nada que detenga el crujido de la tripa más que la comida.
Si la barriga está vacía, el cerebro no reacciona. A menos que sea la barriga de nuestros hijos, de quienes están bajo nuestra tutela.
A nuestra barriga le podemos echar mentiras, pero a la barriga de quienes dependen de nosotros, no.
Bajo ese pensamiento, no habrá nada que detenga la vorágine actual de que debemos comer, a como dé lugar y bajo cualquier circunstancia. Y, si a esa lógica le sumamos que los conceptos actuales de trabajo incluyen los ejemplos que nos ponen algunos burócratas, quienes buscan llegar al poder para tener dos chambas o dos sueldos con el menor de los esfuerzos, tenemos una lucha difícil de ganar.
Cómo explicar que un diputado gana al mes 90 mil pesos por ir dos veces a la semana a “sesionar”. Y ellos hacen las leyes que todos debemos cumplir.
Cómo justificar que los regidores que hacen los reglamentos en los municipios y que, en el caso de Tepa, ganan 22 mil pesos más aguinaldos, más gasolina, más apoyo para despensa y, por si fuera poco, tienen otro trabajo, “que no piensan dejar porque la política es pasajera”.
Cómo le decimos a los recién egresados de la universidad que deben mostrar “servicio a la comunidad”, si frente a los “funcionarios públicos” la llevan de perder, pues hay funcionarios que ganan (otra vez el caso de Tepa) 20 mil pesos al mes, tienen otro empleo y les permiten acomodar a sus familiares y amigos en la misma estructura municipal.
Es difícil cambiar la costumbre que hicimos en nuestros pueblos de que “nos mantenga el gobierno”.
Cómo podrán los burócratas convencer a los ciudadanos de participar en la política, de involucrarse si los puestos en el gobierno son para sus familias, para sus amigos o para quienes les garanticen los votos en las nominaciones partidistas.
El candidato del PRI se la debe a sus padrinos, por ello las posiciones en su planilla; el candidato del PAN se las debe a las familias de siempre, por ello su planilla y los del MC… hay que ver su planilla. Entonces, gane quien gane, ya sabemos quiénes estarán en las posiciones del gobierno. Y también podemos suponer a quiénes les tocarían los mejores sueldos. Privilegios que los “mortales” no pueden alcanzar, porque el pueblo debe sobrevivir con minisalarios, jornadas dobles para medio comer y resistir los servicios mediocres, las atenciones temporales o electoreras. Y no se diga de las prestaciones de los legisladores, esos están en otro nivel del Olimpo…
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