Por Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
chalo2008jalos@hotmail.com
En una banda de pueblo, ya sus integrantes mostraban claras muestras del paso de los años al tratarse de personas de mucha juventud acumulada. Al ejecutar alguna pieza musical, más que armonía, se escuchaba una cacofonía sin ton ni son. El director de la misma se esforzaba por brindar al auditorio una melodía agradable y se dirigía de esta forma a sus músicos: - Miren mushashos; yo entiendo que Pedrito tiene artritis y ya no tiene fuerza ni ritmo en sus dedos, Juan ya no sopla y su trompeta hace ruidos raros y otros tienen otras enfermedades que les dificultan hacer buena música, todo eso lo comprendo; Pero, ¡No sean carambas!, cuando menos toquen la misma canción.
La música es algo inherente al ser humano. Se dice que desde la era prehistórica ya los homo erectus producían sonidos con lo que tenían a mano y el resultado era algo a lo que en la era actual, difícilmente llamaríamos música. Pero era el principio; a través de la historia la producción musical ha tenido un enorme desarrollo en su concepción y ejecución, de manera que a los grandes autores se les llama genios. Y lo fueron y lo siguen siendo.
La música es rotundamente la manifestación artística más favorecida de la raza humana pues absolutamente a todos nos gusta algún tipo de música y eso que hay miles de estilos musicales.
Dentro del marco de la celebración del Bicentenario de la independencia y del Centenario de la Revolución, se han organizado por todo el país una serie de manifestaciones artísticas para enaltecer la importancia de estos eventos. En todas partes la música ha estado presente como parte fundamental sin la cual un festejo, no sería festejo.
En Jalos no fue la excepción y se presentaron grupos musicales de gran calidad y prestigio en nuestra región como las Hermanas Almanza y el grupo “Los Huaraches”, de Encarnación de Díaz; El Mariachi Antiguo dirigido por el señor Xavier López y el Mariachi Moya dirigido por Ildefonso Moya, de Acatic; El grupo Eros de Guadalajara. En fin tuvimos eventos con los cuales el pueblo gozó de veladas muy agradables.
El broche de oro de estos festejos fue la presentación espectacular de la Orquesta Filarmónica del Estado de Jalisco en el interior de la Basílica Lateranense de Nuestra Señora de la Asunción en Jalostotitlán, donde se dieron cita cientos de aficionados para disfrutar de un concierto sensacional con tintes patrióticos al ejecutar obras que nos representan y que han sido parte de la historia nuestra.
A los primeros compases de una melodía de Carlos Chávez, los asistentes pudieron apreciar la excelsitud y alegría de la música clásica mexicana y el entusiasmo y cadencia propios de la idiosincrasia de México.
La acústica impresionante que tiene la sede parroquial, contribuyó a la majestuosidad de los sonidos armoniosos y el deleite del oído y el espíritu.
La orquestación hecha a las obras de Consuelo Velázquez, Rubén Fuentes y El Jarabe Tapatío sublimaron la espiritualidad de los sonidos, sin perder la mexicanidad.
Las Bodas de Luis Alonso, de origen español, emocionaron al respetable que se portó a la altura de las circunstancias, demostrando el respeto tanto al templo como al concierto en sí. Cabe mencionar que hace más de 20 años que en Jalos no se presentaba un concierto de esta naturaleza y el pueblo abarrotó el templo cual si fuese misa dominical.
En el transcurso de las obras, los glóbulos sanguíneos de los presentes, se fueron transformando pequeñas notas y símbolos musicales como claves de Sol, notas, corcheas, semicorcheas, bemoles, sostenidos y en lugar de circular sangre por las venas, circuló una musicalidad tan intensa, que provocó muchas lágrimas de emoción.
Un amigo me preguntó en alguna ocasión que cuál era la mejor música y le respondí simple y sinceramente que la que más le gusta a cada quién.
Hay quién sostiene que la música clásica es la mejor, porque es música culta. Toda la música es parte de alguna cultura, por lo tanto todas las músicas son cultas. Técnicamente sí es la de más difícil concepción, orquestación y ejecución pero en gustos se rompen géneros.
Desde luego si estamos celebrando nuestro cumpleaños de libertad independiente con música, es indispensable el enérgico Huapango de José Pablo Moncayo, nacido en Guadalajara y que muchos consideran como otro himno nacional. En esta obra sentimos profundamente nuestra mexicanidad tan llena de energía, fuerza, bravura, romanticismo, esperanza y sobre todo alegría de pertenecer al país que es el ombligo del mundo. Sus notas inyectan en nuestro ánimo la decisión de vencer las adversidades y trabajar hasta la muerte por conseguir lo que deseamos . Los músicos ejecutores no sólo tocan sus instrumentos sino que se integran en una simbiosis contundente y se entrega cuerpo y alma para proyectar en las notas todo el brío para que nuestro ser tenga la sonora grandes del trueno.
¡Y que viva México!
0 Comentarios