Por Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
chalo2008jalos@hotmail.com
Un comensal en el restaurant, se dispone a ingerir sus sagrados alimentos del mediodía comenzando por la sopa de pasta. Se da cuenta de algo y de inmediato llama al mesero. Al llegar éste a atenderle, el hambriento cliente le dice: mesero, por favor pruebe la sopa. El galopín de cocina, extrañado, observa el plato pero no nota nada raro en él. Intrigado, inicia un pequeño diálogo con el parroquiano.
¿Está acaso fría?. No señor.
¿O muy caliente?. No señor, pero pruébela.
¿Será quizá que está muy grasosa o tiene la clásica mosca en la sopa?
Tampoco señor, usted solamente pruebe la sopa y luego me dice.
El empleado busca la cuchara para acatar la solicitud del comensal, pero no la encuentra. Entonces pregunta: ¿y la cuchara?
¡Exacto! No hay cuchara, afirma el pagano hambriento ¿cómo voy a comer mi sopa si no hay cuchara?
Y todavía quería propina. ¿qué es eso de la propina?
El diccionario o tumbaburros, dice: recompensa pequeña por un servicio eventual. O, gratificación independiente del precio o sueldo.
Entonces podemos deducir que cuando otorgamos una propina, estamos reconociendo que la persona que nos atendió nos ha dejado satisfechos en el servicio que nos haya proporcionado. La manera de mostrar nuestra satisfacción es dándole voluntariamente unas monedas o un billetito que incremente un poco sus ingresos del día. Como luego dicen que según el sapo es la pedrada, la propina es directamente proporcional al servicio recibido; a mejor atención, mejor propina.
Imagine usted a una persona de pocos recursos que posee un vehículo viejo, pero que al igual que todos los vehículos automotores de combustión interna, necesitan ponerle gasolina, si no no funciona ni a mentadas. Llega a la gasolinería y solicita digamos, cien míseros pesos de la carísima gasolina. Si tiene suerte y le dan litros completos, le pondrán a su tanque la fabulosa cantidad de un poquito más de siete litrotes, con riesgo de que se derrame el combustible. (Y si es un pequeño productor de leche, tendrá que vender 28 litros de su producto, para comprar esos 7 de gasolina).
Mientras le despachan rápidamente la cantidad solicitada, el comprador se queja de los constantes aumentos del 1% que el gobierno aplicaba hasta hace poco mensualmente a ese indispensable producto.
Al pagar, temiendo el qué dirán o qué pensará el empleado si no le da propina, le da adicionalmente una propina de cinco pesotes. Pero sucede que el empleado, lo único que hizo fue despacharle la gasolina: no le limpió los vidrios, ni checó el aceite o agua, no le puso aire a las llantas ni nada parecido. Simplemente, le vendió unos litros de gasolina.
El usuario se queja de los aumentos del 1%, pero él, voluntariamente, aplícase un incremento del 5% en detrimento de su bolsillo.
Desde tiempos inmemoriales y si alguna vez tuve uso de la razón, me ha parecido un misterio el tener que dar propina por comprar algo. ¿Qué tiene de especial la gasolina, que voluntariamente le ponemos un sobreprecio? No estoy en contra de las propinas, pero a veces nos dan un servicio a fuerzas y ¿todavía nos sentimos obligados a dar propina?
No es privativo de la gasolina, pero es el caso más frecuente. Si no doy propina me voy a sentir apenado. Mira nomás.
Cuidemos hasta el máximo, nuestros escasos recursos. De por sí estamos en una situación económica que cada día, irremediablemente, se va deteriorando más y más. No todo depende de nosotros, pero consideremos que podemos ahorrar mucho en gastos innecesarios o que no hemos pensado lo caro que nos salen.
Ejemplos. Van: Un refresco de medio litro, de esos de cola, a los que somos tan adictos en este país, en envase retornable cuesta originalmente 6.00, pero en envase de plástico, aparte de que no sabe igual, cuesta 10 pesos o sea que estamos comprando un envase en cuatro pesos que en cuanto se termina el líquido, se convierte en basura. Dicho de otra forma, estamos echando cuatro pesos a la basura por cada refresco que consumimos en esa presentación. Mejor busque la forma de cargar con su casco, como decíamos y le hacíamos antes.
Las botanas: ¿ha sacado usted la cuenta del precio que está pagando por kilo de papitas de esas de las que no puede comer sólo una? Si hace una pequeña operación aritmética, se dará cuenta que el kilo sale como a 300 pesos. Sí, y eso que el filete de res se nos hace caro a 125 pesos el kilo. ¿cómo la ve?
Las recargas de celulares: ¿cómo está eso de que en varias tiendas de “conveniencia” (¿por qué les dirán así?), le cobran comisión por comprar eso que llaman tiempo aire?,¿ Que no es lo mismo que ir a comprar, por ejemplo un gansito? Se está comprando un producto o servicio con precios establecidos. Ellos ya llevan su comisión en la venta. No veo la razón del sobreprecio. Busque donde no le cobren comisión.
Volviendo a lo de las propinas; hay una idea generalizada de que los gasolineros ganan poco y que las propinas son los que los alivianan. Por si no lo sabía, si usted es asalariado, ellos ganan más que usted tan solo por concepto de propinas. Insisto, no tengo nada contra las propinas, pero ésas hay que ganárselas.¿ Acaso le da propina al carnicero, o al tendero o al taquero? Creo que no, ¿verdad?
¿Y ha considerado que esos muchachos inapropiadamente llamados “cerillos” en el súper (los empacadores, pues) puede ser que ganen más de propinas que la cajera o cajero a quien auxilia?
Digo, es nomás lo que pienso y le invito a que piense cuando otorga una propina. Usted decide.
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