Cuando fue lo del mitote de Andrea Legarreta, quien habría dicho en el programa de televisión que conduce por las mañanas, que el dólar caro no afectaba tanto a la economía, no le di mucha importancia al asunto, en primer lugar porque casi nunca me importan los temas promovidos por los chairos.
En segundo lugar, porque considero que después de todo algo tiene de razón la conductora y más su compañero Raúl Araiza, quien para mí solamente dijo la verdad, que hay que “chingarle” todo aquel que quiera ganar un poco más de dinero, ya sea para darse algunos lujos o simplemente para subsistir y llevar una vida digna.
El problema es que aquí en México todo mundo quiere que el gobierno le resuelva la vida y si no es así entonces protestamos y le echamos la culpa a la autoridad. Así tenemos que el que siembra maíz o tiene vacas y las ordeña, quiere que forzosamente el Estado les compre sus productos al precio que ellos digan (los productores) y si no son protestas, bloqueos de carreteras, amagos y dramas por el estilo.
Dicen que no es negocio (¿y si no es negocio por qué siguen produciendo maíz o leche o cualquier otra cosa que por fuerza el gobierno les debe comprar?, que las autoridades no los apoyan y peor aún, andan comprando en el extranjero…
No se ponen a pensar que el gobierno no les puede comprar, no les compra todo lo que quisieran o no lo hacen al precio que ellos piden por varias razones, pero no, a fuerza los productores quieren que la autoridad les resuelva la vida.
Lo mismo pasa con los que estudian para maestros, que exigen que sean contratados por quienes los educó, o sea, el gobierno.
Están también los que quieren que el gobierno les vuelva a comprar todo si un huracán se llevó sus casas con todo y pertenencias. El problema es que todos quieren vivir bien y esforzarse poco o nada y el que le va bien sacrificándose en la vida, no se le acaba con las críticas.
Pero bueno, no le había dado importancia al asunto de que Legarreta había hablado un poco a lo pendejo sobre el dólar y ahí se evidenció la publicidad disfrazada que paga el gobierno federal en programas televisivos, como si no fueran suficientes los espacios que por fuerza tienen que ceder los concesionarios de radio y tele en sus programaciones.
Pero hace poco y por casualidad vi un programa en TV Azteca, tenía mucho que no lo hacía, aunque antes sí, pero mis gustos fueron migrando poco a poco a otro tipo de canales.
Solo fueron unos cinco o diez minutos los que sintonicé dicha señal, suficiente para ver un segmento dizque cultural y tecnológico, donde se hablaba ¡del moderno armamento de la Fuerza Aérea!; la totalidad del espacio fue solamente para hablar de lo avanzados que están nuestros soldados en cuando a equipo.
Por la noche ese mismo día, en un noticiero del mismo canal, salió un “reportaje” acerca de la moderna tecnología con que cuenta Pemex para detectar fugas y robo de combustible en sus ductos, que en cuestión de minutos se detecta el punto de su vasta red de tuberías donde ocurre el escape del energético y para pronto personal va al lugar a hacer lo necesario para detener el derrame.
Eso sí fue de risa, porque si algo sufre Pemex es en el robo de combustible, donde los ordeñadores son felices robando gasolina y diésel con casi total impunidad y ahora resulta que hay una tecnología de lo más avanzada para detectar estos ilícitos.
Se pasa el gobierno federal o quien ordena esas publicidades disfrazadas, que son tan falsas y fantasiosas que logran un efecto contrario al deseado, que nadie crea en ellas y el mensaje no llega al televidente, radioescucha o lector.
Y eso fue solo unos minutos de televisión nacional en años que tenía sin verla.
Ciertamente no hay que ensañarse con una conductora por decir que el dólar no nos afecta, pero la autoridad debería mesurarse más en la cuestión de querer figurar en los medios nacionales y verter toda clase de propaganda con cosas reales, exageradas o inventadas.
Estamos en una etapa de transición, donde los medios tradicionales tienen que reinventarse si quieren sobrevivir a la era digital y así vemos como las ventas de ejemplares impresos de periódicos y revistas ya no son como hace unos años o como la gente va prefiriendo canales de cable, de internet o directamente buscar lo que le guste en un portal electrónico en vez de recurrir a la televisión nacional.
El gobierno es una importante fuente de ingresos y en muchos casos el único sostén de medios de comunicación, sobre todo los tradicionales, pero publicar tal cual todo lo que venga de la autoridad hará que más pronto que tarde se pierda credibilidad en ese canal de televisión, estación de radio o impreso y entonces se acabará el negocio, ya de por sí muy castigado en estos tiempos.
Y el gobierno, pues ése seguirá existiendo con o sin medios que le publiquen sus propagandas.
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