Aunque ya ni está
Familiares y amigos de Abraham Rodríguez Martín y Luis Enrique Machuca, que el pasado 29 de enero fueron encontrados muertos en un sembradío al oriente de la ciudad, marcharon por algunas calles de Tepatitlán para exigir la salida del Ejército de Tepatitlán, argumentando que los militares sólo cometen abusos en contra de algunos ciudadanos tepatitlenses.
El contingente, formado por unas 80 personas, partió de la plaza Morelos y subió por la calle Samartín hasta llegar al auditorio Hidalgo. Los manifestantes portaban mensajes escritos en cartones, mantas y lonas y gritaban consignas en contra de los soldados, a quienes culpan de haber dado muerte a los jóvenes citados.
Estando en el auditorio Hidalgo se dirigieron a una de las puertas laterales, donde los soldados solían tener su campamento cuando hacían sus recorridos de vigilancia en la región. Los inconformes gritaron infructuosamente argumentos contra los militares, sin embargo el lugar se encuentra vacío desde que aparecieron los cuerpos sin vida de Abraham y Luis Enrique y desde entonces ya no ha habido presencia castrense en el municipio.
El contingente entonces tomó la calle Niños Héroes hasta llegar a Guadalupe Victoria, dirigiéndose después hasta la avenida González “Carnicerito”, donde luego enfilaron por el Circuito Interior Juan Pablo II hasta llegar al bulevar Anacleto González.
En la Anacleto González ocasionaron un taponamiento vial por algunos minutos, hasta que los manifestantes llegaron hasta la entrada de la colonia Las Aguilillas, donde el contingente se disolvió y varios de los participantes se dirigieron a sus domicilios ubicados en dicha colonia.
Pese a que se había anunciado como una marcha pacífica y que iban escoltados por una patrulla de la policía municipal, se pudo saber que al circular por Juan Pablo II, casi al llegar al bulevar, ocasionaron daños a al menos dos vehículos que se encontraban estacionados.
A un carro de modelo atrasado le quebraron el parabrisas con un tubo, mientras que a una camioneta la golpearon en una de sus puertas, dejándola abollada.
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