Los himnos de Pascua en la Iglesia


Por Oscar Maldonado Villalpando
  
Lope de Vega Carpio, en un poema expresa lo que significa esta relación entre pastor y oveja:
  
El Buen Pastor.
  
Pastor, que con tus silbos amorosos,
me despertaste del profundo sueño,
tú que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,
  
vuelve los ojos a mi fe piadosos
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
  
Oye Pastor que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
  
Espera pues y escucha mis cuidados,
pero cómo te digo que me esperes si estás
para esperar los pies clavados.
  
Y sobre la misericordia nos dice:
  
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
  
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido,
al mismo precio que me  habéis  comprado.
  
Besos de paz os di para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
yerran cuando los hallan los esclavos,
  
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño
y tendresme seguro con tres clavos.
  
Que doblen las campanas jubilosas
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo   y esperanza en el Señor.
  
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su úlltma verdad.
  
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final,
esperad con confianza su venida;
no temáis , con vosotros él está.
  
Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.
  
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo Salvado,
su Espíritu conone la alegría
que su amor derramo en el corazón. Amén.
  
Para la mañana

Laudes

Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.
  
Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán él el primero  
entró  en la luz de eterna claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.
  
Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.
  
Jesús presente y vivo en sus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.
  
Recibe, Padre Santo, la  alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido con tu Espíritu clemente. Amén.
  

De esta forma el convento, los religiosos, los ministros santifican todo el día y alaban y dan gracias al Señor por este tiempo hermoso de Pascua.

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