Pulverizar para aliar


Hay una pregunta básica que me hago cuando veo las campañas políticas actuales: ¿para qué sirve crear partidos políticos nuevos, si a final de cuentas irán en alianza con los “grandes”?

Está de moda ser o promover la diversidad; promover la especialización en la fragmentación. En años anteriores en casa te comías lo que mamá te servía. Hoy vemos batallas domésticas porque los hijos no aceptan lo que hay en el comedor, “reclaman” su derecho a pedir qué quieren comer, porque tienen derechos (¿y las obligaciones?).

En esa misma tendencia, hoy en México cualquier persona tiene derecho a postularse, a crear su partido político, a hacer su agrupación religiosa o de cualquier otra índole. Tenemos garantizada, mediante la Constitución, el derecho a la libre asociación. Y con base en ello, en este Siglo XXI México está plagado de agrupaciones, asociaciones, partidos, fundaciones, clubes y demás. Cada uno con sus siglas, cada cual con sus objetivos, cada quien buscando sus propósitos (muy válidos todos), para tener una plataforma individual de cómo resolver o atender temas en específico.

Todo eso es genial.

El problema viene cuando, por ejemplo, en la búsqueda de un propósito económico, esas agrupaciones especializadas en un objetivo particular, se juntan a otras con fines totalmente ajenos, con el único propósito de seguir disfrutando de los presupuestos oficiales, vivir del presupuesto pues.

Como ejemplo tenemos a los nueve partidos políticos con registro en el país. Cada uno se fundó como opción diferente a los demás, “para atender a la fracción del pueblo mexicano que no cabe en las otras expresiones políticas…”; y a la hora de la campaña, los vemos juntos, agua y aceite, creyentes e incrédulos, gnósticos y agnósticos; juntos, aliados, en un solo cuerpo, con una sola canción, con un abanderado. Prometiendo lo mismo cuando son tan diversos.

¿De qué ha servido en Jalisco tener nueve fracciones partidistas en el Congreso del Estado?, ¿Para qué ha servido tener nueve fracciones en el Congreso de la Unión?, ¿A quién le cargamos el peso de la corrupción?

Cuando los candidatos hablan de malos gobiernos, ¿se incluyen en ellos?; cuando señalan con dedo flamígero a los tranzas, ineptos, corruptos, traidores, ¿hablan de los contrarios o de sus aliados?

La tendencia en nuestro país -pareciera-, es pulverizar a la sociedad, promoviendo la creación de cuanta organización se nos ocurra. Total, si no podemos ser congruentes con nuestros ideales, luego nos aliamos hasta con nuestros enemigos naturales para alcanzar un cargo político que nos genere dividendos, ingresos extras o prerrogativas.

Esa es la tendencia, es la moda: ser diferente para luego juntarse con los diferenciados.

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