Casi siempre al nuevo gobernante le da por cambiar todo lo que su antecesor dejó, sobre todo si es de un partido político distinto, no importa si funcionaba bien lo viejo, que cueste mucho dinero o que sea una porquería lo que se piensa implantar.
Da la impresión de que el hecho de hacer cambiadero de dependencias y órganos de gobierno obedece más que nada al deseo de aparentar que el nuevo gobierno sí trabaja, aunque trabajar no necesariamente signifique que se estén haciendo bien las cosas.
Alfaro piensa desaparecer la Fiscalía General del Estado dejándola simplemente en Fiscalía, la cual se ocuparía de lo que se ocupan normalmente las fiscalías en el mundo: investigar delitos y formular acusaciones ante el juez en caso de encontrar algún crimen, así como buscar al presunto culpable y presentarlo ante la justicia.
La Fiscalía de Aristóteles se ocupaba de lo anterior, pero también de la Fuerza Única -la cual por cierto dicen que va a desaparecer-, de las cárceles estatales, de la Policía Vial y otras cosas más.
El gobierno (federal) de México por su parte ya está haciendo un montón de modificaciones, pero éstas sí medio desquiciadas:
- Va a desaparecer -de nombre nomás- la Secretaría de Desarrollo Social y ahora se llamará Secretaría de Bienestar, para que si alguien tiene algún malestar puede acudir a dicha secretaría a que se lo cambien por bienestar. Y además piensa seguir dando dinero como ya lo hacía la Sedesol, pero ahora a más gente, según.
- Ya ordenó que se tire por completo la Reforma Educativa, así como el INEE, el organismo independiente que evaluaba a los maestros. ¿Qué habrá en lugar de la Reforma, será mejor que lo que había hasta ahora?
- Ordenó que se cancele la construcción del nuevo aeropuerto y según ya puso en venta el avión presidencial. La cancelación del nuevo aeropuerto está saliendo más cara que si se hubiera seguido con la obra y el avión -si es que se vende-, ni siquiera es del país, es de una arrendadora y la lana que se le saque por la venta iría a dar a la empresa que renta el avión y aun así habría que poner algo extra por penalizaciones, por vender algo que no le pertenece al gobierno y antes de tiempo.
Pero el presidente es feliz y cree que los demás son tan felices como él, saliendo retratado cuando va por un café al Oxxo, o con una camiseta de un equipo de béisbol en medio de la gente, o tomándose “selfies” con los pilotos de un vuelo comercial, o diciendo chascarrillos, o haciendo cualquier cosa menos gobernar.
Al cabo que a la bronca de la cancelación del aeropuerto no le atora él, sino los secretarios de Hacienda y Comunicaciones y Transportes, y lo de tirar la Reforma Educativa lo harán los diputados y el secretario de Educación.
Así pues, el señor ni se mortifica y en cambio tiene tiempo para más ocurrencias que de alguna manera habrán de resolverse, aunque sea gastando más dinero que si se hubieran dejado como estaban.
Y volviendo a lo del gobierno estatal, parecen tener más sentido los cambios que propone Alfaro, sobre todo los de quitarle tantas atribuciones a la Fiscalía, que durante la administración de Aristóteles sólo le faltó estar a cargo del Forense y de los juzgados, pero la ley no lo permitía.
De cualquier manera, es un mundo de dinero lo que gasta cada gobierno nuevo por querer cambiar las cosas y dejarlas a su gusto, para que dentro de seis años nuevamente sean modificadas. Tan sólo cambiar la rotulación de vehículos oficiales y los membretes de los documentos cuesta, imagínense lo demás…
0 Comentarios