Lic. Christian Villalobos
Durante las últimas dos décadas nuestro país ha venido transitando por una etapa de transformación social profunda, pasamos de ser un país con un partido hegemónico que regía con un grado de absolutismo desmedido, burlando a la democracia en cada proceso electoral, pero al llegar el año 2000 se abrió por primera vez en la historia del país la oportunidad para la democracia, de forma pacífica parecía que la democracia se había consolidado. Sin embargo, en los últimos años hemos vivido cada vez más una especie de desintegración social. Nos encontramos con cifras alarmantes de violencia por todo el país.
Pareciera que cada día desconfiamos más de nuestros vecinos, nos miramos con incertidumbre y Temor, perdiendo el sentido de comunidad.
Salimos a las calles y sentimos temor de lo que nos pueda llegar a suceder, estamos entrando a una etapa de histeria colectiva como sociedad. Estamos cansados de la corrupción, impunidad y falsas promesas con las que somos bombardeados desde diferentes flancos.
Además, a todo esto debemos sumarle que tenemos un presidente de la republica que construyo su campaña al Legislativo en base en la promoción del odio y la división social.
Nos percatamos como los movimientos sociales y la sociedad civil organizada, están presentes en las calles exigiendo el cumplimiento de los derechos fundamentales.
El próximo 9 de marzo seremos testigos de un acto sin precedentes en la historia nacional, las mujeres del país nos pondrán la muestra, de cómo se debe ejercer la participación ciudadana de forma pacífica. Será un silencio que se escuchará en cada rincón de México.
Lo preocupante de la situación es ver como muchas personas no tomarán este movimiento enserio y lo descalifican, otras cuantas lo aprovecharán para hacer un día de asueto, y para algunos pasará desapercibido, salvo quizá por los memes que abundan en las redes sociales.
Pero es momento de reflexionar sobre lo que está sucediendo. Dejemos de pensar que existen problemas de mujeres y de hombres. Todo nos concierne a todos, no podemos seguir siendo indiferentes, apáticos, es justamente esas actitudes las que nos han llevado a los extremos que hoy vemos y que tanta admiración nos causa.
Son tiempos de definiciones y sobre todo de Acción. Si a la gran mayoría de las y los mexicanos no nos agrada el rumbo que lleva el país, entonces es momento de tomar el timón y dirigirlo “al destino que el dedo de Dios escribió”.
Debemos darnos cuenta que los males del país nos duelen a todos, y que están en nuestras manos cambiarlas. Dejemos de demeritarnos uno a otros. De culparnos o victimizarnos. Es tiempo de recordar lo que nos une y nos hace únicos, de mirar al futuro con firmeza y trabajar de forma proactiva, solo de esta manera, seremos y podremos ser llamados mexicanos.
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