Transformar a Tepatitlán



Por Gustavo González Godina


La de Tepatitlán, a pesar de no ser una gran ciudad en cuanto a su tamaño -tienen mucha más extensión territorial y población las grandes capitales de nuestro país: Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, León, Aguascalientes y Querétaro por citar algunas-, tiene, sin embargo, algo en común con otras ciudades grandes y más famosas, tan antiguas y modernas como las capitales europeas y de otras partes del mundo; tiene un río que la atraviesa y que la podría hacer tan bella como dichas capitales.


No sé por qué esas ciudades -milenarias algunas- fueron fundadas a la orilla de un río: Roma cerca del Tíber, Londres en la ribera del Támesis, París en las márgenes del Sena, el Río Manzanares atraviesa Madrid y el Bósforo la ciudad de Estambul, el Potomac baña la capital de Los Estados Unidos y el Hudson la ciudad de Nueva York; en Sudamérica la ciudad de Buenos Aires está situada en la desembocadura del Río de la Plata, el más ancho del mundo que en ese punto es prácticamente un gran estuario del Océano Atlántico.


Repito, no sé por qué coinciden esas grandes y modernas ciudades con su respectivo río que las atraviesa o las baña, supongo que fueron fundadas ahí para tener disponibilidad de agua, para beber, para lavar y para regar sus cultivos. De lo que sí estoy seguro es de que no todos esos ríos fueron siempre lo que son ahora, algunos deben haber sido ríos pequeños, poco caudalosos como el Río Tepatitlán, que a base de adecuaciones y de infraestructura hidráulica se logró convertirlos en los grandes ríos que ahora cumplen incluso otra función muy distinta a aquella que sirvió para la fundación de las ciudades que atraviesan, ahora son más que nada atractivos turísticos, puntos de referencia y vías fluviales de navegación.


Recorriendo con mi familia el Río Sena en París, en uno de los grandes ferris descubiertos que transportan a miles de turistas diariamente, que a su paso van admirando los grandes palacios y lujosas construcciones que hay en ambas orillas del río, la última vez que estuve ahí me llamó la atención que ya construyeron incluso (no sé desde cuándo estará ahí, yo no la había visto) una playa artificial en la margen izquierda, como que depositaron ahí toneladas y toneladas de arena e hicieron lo necesario para que no se la llevara el río, y ahora se ve ahí a las bellas parisinas (y a turistas me imagino) asoleándose en camastros a la orilla del río.


Pero de todos estos ríos el que más me impresionó fue el San Antonio, que atraviesa la ciudad del mismo nombre en el estado de Texas, Estados Unidos. No por su caudal, no por su cauce que no es muy ancho, no por sus puentes (son más impresionantes los del Sena y el Puente de Londres sobre el Támesis), sino porque lograron convertirlo en un hermoso paseo en ambas orillas, “El River Walk -dice la publicidad en internet y me consta- atraviesa el corazón del centro de San Antonio, pasando por varios parques, misiones históricas y otras atracciones importantes. Llena de tiendas, cafés, bares y restaurantes, esta vía fluvial (sus orillas, se entiende) apta para peatones y bicicletas, es el hogar de la restauración de ecosistemas urbanos más grande de los Estados Unidos, es popular entre turistas y lugareños por igual, y es una visita obligada para cualquiera que llegue a San Antonio”.


¿Siempre fue así? Obviamente no. Para empezar Texas era parte del territorio mexicano, después fue un país independiente y finalmente se anexó a los Estados Unidos de América. Su trabajo les costó hacer del Paseo del Río San Antonio lo que es ahora, un hermoso atractivo turístico para pasear en un bote por sus aguas o para disfrutar de una tarde con un café, una copa de vino a una suculenta comida en alguno de sus establecimientos asentados en ambas orillas del Río San Antonio.


¿No puede Tepatitlán hacer algo así con su río? La vecina Guadalajara, capital de Jalisco, no tiene un río que la atraviese. Bueno, sí lo tiene, el Río San Juan de Dios pero está entubado y pasa por debajo de la ciudad porque fue convertido en drenaje, nunca se les ocurrió convertirlo mejor en un hermoso paseo, se les hizo más fácil descargar ahí las aguas residuales y toda la porquería que desechan los humanos y terminaron entubándolo para que no se viera ni oliera. Ahora pasa por debajo de la ciudad a lo largo de la Calzada Independencia.


Ya estaba pasando lo mismo con el Río Tepatitlán, la gente comenzaba a descargar sus drenajes de agua negras a su cauce, pero afortunadamente a alguna autoridad con visión de futuro y conciencia ecológica se le ocurrió sanearlo, construyendo colectores de aguas negras en ambas orillas del río y una planta de tratamiento al final de los mismos, de manera que ahora es un río limpio en cuanto a su agua que por ahí corre, azolvado por montones de tierra, piedras y basura que personas inconscientes tiran ahí, que las hay como en cualquier parte del nuestro país, pero eso tiene remedio.


Ya decíamos en el comentario anterior que ni representaría una fuerte erogación para el municipio emprender esta transformación de Tepatitlán, con el paseo del Río Tepatitlán como atractivo turístico y centro de reunión preferido de los Tepatitlenses, se requeriría más bien recurrir a los hombres de negocios y dueños del dinero en la ciudad, para convencerlos de su participación en esta obra que pasaría a la historia como la mayor innovación hecha en Tepatitlán en los último dos siglos. No gratis, por supuesto, sino a cambio de concesiones, comodatos y facilidades para que instalaran sus propios establecimientos en ambas márgenes del río.


No es fácil y podría llevarse más de un trienio, pero si nunca se comienza menos se termina. No es imposible tampoco, la mayor complicación es demoler algunas fincas, abandonadas o no, comprándolas o expropiándolas de ser necesario.


Hay gente muy talentosa en el Cabildo, comenzando por el síndico Rigoberto González y siguiendo por algunos regidores de oposición como Ramón González y Pancho Aceves, una comisión de estos, por ejemplo, podría coordinar y encabezar las gestiones y los trabajos necesarios con ese fin. Si se quiere se puede.

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