Por Christian Villalobos
Pertenezco a una de las generaciones de mexicanos más privilegiados, crecimos con nuestros derechos políticos prácticamente garantizados, con la democracia como sistema pleno de gobierno, o al menos eso nos decían en la escuela, pareciera que la sociedad mexicana no se percataba de que nuestra democracia es muy joven y por lo tanto puede ser frágil ante las amenazas internas y externas que constantemente golpean al estado mexicano.
La generación de nuestros abuelos fueron testigos y quizá corresponsables de la instalación de un régimen absolutista, unipartidista que se puede denominar como una dictadura multifacética, llena de contrastes y problemáticas, con privación de los derechos humanos y políticos, persecución política para opositores y periodistas, asesinatos de estado.
Después de bastantes luchas sociales y políticas, nuestro país lentamente transitó rumbo a la democracia, aunque nunca fue un camino fácil, se dieron pasos firmes y decididos hasta que finalmente al inicio de este siglo celebramos las primeras alecciones plenamente democráticas en nuestra patria.
Sin embargo, en medio de un panorama mundial de incredulidad hacia las instituciones, una transformación social, económica y política de nuevo nuestra democracia se encuentra en peligro, en América Latina el populismo y los socialdemócratas toma un papel cada vez más decisivo.
Con la llegada de Andrés Manuel al poder vemos constantes ataques a la separación de poderes por parte del jefe del ejecutivo, pero lo más alarmante es que pocos sectores de la sociedad están frenando estos actos, en la actualidad cerca del 40% de la población somos jóvenes, por lo que la curva demográfica cambiará significativamente en los próximos 20 años, como generación tenemos la responsabilidad moral de trabajar por una patria ordenada y generosa y una vida digna para todos, de lo contrario las consecuencias caerán más que en nuestros hombros en las espaldas de nuestros descendientes.
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